Ante la fragilidad que hoy nos embarga a todos, no han sido pocos los que decidieron abrazar lo humano que todos llevamos dentro y tender una mano amiga a los más vulnerables a la pandemia.
No importa si se es un artista, un médico, un abogado o un ser de que pernocta en las calles. Hoy, el mundo tiene que unirse en un solo grito que espante al virus de nuestras vidas.
En esta historia que les presentaré a continuación, una venerable monja también se sumó a esta noble causa y se dio a la tarea de subirse a un tractor para desinfectar las calles de Perú, uno de los países latinoamericanos más golpeado por el mortal COVID-19.
Después de su acostumbrado ritual de oración al Altísimo, Rebecca Frick fumiga la ciudad de Chimbote, en la nación inca, cabalgando como una superheroína en el mencionado vehículo.
Junto a personal de la Municipalidad de Moro, la religiosa y madre superiora de las Hermanas de San Vicente de Paúl, realiza su noble tarea armada con hipoclorito de sodio, un potente desinfectante.
Y es que, en Perú ya se cuentan 15.628 contagiados por COVID-19 y 400 lamentables decesos, lo que ha convertido al país sureño en el segundo epicentro de casos de coronavirus en Latinoamérica.
Su entrega y preocupación por los más necesitados es una bocanada de aire fresco e inspiración para todos los residentes del distrito peruano de Moro, en Chimbote, una mujer que antepuso su tranquilidad y sus días de recogimiento espiritual para conducir el tractor y tratar de limpiar la zona y así evitar una mayor propagación del innombrable flagelo.
Su rutina comienza cuando, de la mano del padre Raúl Medina sale a la calle para realizar la tarea de pulverización, en un intento por erradicar las bacterias que puedan existir, no solo en Chimbote, sino a todo lo largo y ancho de las calles de Macash, Manco Capác, Independencia, así como el perímetro de la Plaza de Armas, entre otras urbanizaciones.
“El tractor de la fumigadora responsable de sanear el ambiente tiene una capacidad de 1.200 litros”, aseguraron autoridades sanitarias del sector.
Al parecer, la gran obra de Rebecca ha surtido cierto efecto ya que, hasta el momento, no se ha presentado ningún caso positivo adicional en todo el distrito de Moro, gracias a su potente desinfectante que compró de su propio bolsillo, lo que la hace aún más bendecida por sus vecinos, pero también, por los ángeles que la miran orgullosos desde el cielo.
“Son estos actos de amor por el prójimo los que nos unirán como seres humanos y nos alejarán de esta terrible calamidad”, afirmó un vecino agradecido.
El mundo vive momentos aciagos y difícilmente previsibles con la pandemia de coronavirus, por eso hoy más que nunca la propia Madre Naturaleza nos está sugiriendo para sobrellevarlo unidad y solidaridad, ante todo. Cuidarnos entre todos es la clave para vencer.
Comparte esta historia con tus familiares y amigos y sigamos en cada una de nuestras competencias para aportar y dar lo mejor de nuestra solidaridad en tiempos difíciles y oscuros como los que vivimos en la actualidad.