Florette Johnson, de Florida, ingresó al hospital el pasado 04 de abril presentando tos persistente y dificultades respiratorias. La diagnosticaron con neumonía y poco después dio positivo en la prueba diagnóstica de COVID-19.
En una publicación que compartió en su perfil de Facebook, dijo:
“No sabía qué tan serio era esto. Me llevaron a una sala para el trabajo de parto, pero luego me colocaron aislada en otra área por miedo al virus. Al día siguiente di a luz”, relató.
A pesar de que Florette quería dar a la luz a través de un parto normal, su estado de salud la motivó a considerar la opción de la cesárea que recomendaban los médicos.
“Mi oxígeno estaba disminuyendo, cada vez que respiraba, tosía una y otra vez”, escribió Florette.
“Me llevaron nuevamente a la sala de parto y debido a mis dificultades respiratorias me prepararon para una cesárea, aunque ya tenía 10 centímetros de dilatación”, agregó.
Mientras preparan todo para la cirugía ella sintió una contracción y comenzó a pujar instintivamente.
“Cerré los ojos y le pedí a Dios el aliento y la fuerza para pujar, el médico se sorprendió. Y 30 minutos después, nació mi ángel”, escribió Florette.
Lamentablemente, ella no pudo vivir la experiencia más anhelada por todas las madres, no logró sostener a su bebé entre sus brazos después de dar a luz.
Solamente pudo ver a su bebé a través de una vídeo llamada y se despidió de todos sus seres queridos después de que los médicos le dijeran que no sobreviviría.
Mientras luchaban contra el coronavirus Florette no pudo tener ningún tipo de contacto con su bebé y sufría por las ganas de abrazarla y la angustia que le producía su enfermedad.
“De inmediato se la llevaron, no pude verla con claridad ni tocarla. El médico pidió ayuda porque mi condición empeoró”, explicó Florette, quien tuvo que ser ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos después de que dio a luz.
“Cuando llegué a la UCI tomaron todo tipo de pruebas. Mi tos empeoraba cada vez más. La única forma en que la podía ver a mi bebé era a través de una vídeo llamada gracias a la enfermera que estaba a su cargo en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales”, relató.
Los médicos le informaron a Florette que su pronóstico era devastador, le dijeron que se estaba muriendo.
“Mi enfermera entró en mi habitación y puso una silla a mi lado, se sentó y con lágrimas en los ojos me dijo en otras palabras que me estaba muriendo”, agregó.
“Mi saturación de oxígeno era inferior a 60 y empeoraba, la neumonía se apoderó de mis dos pulmones. Me preguntó si quería llamar a alguien y le pedí que llamara a mi esposo. Ella le contó la mala noticia y le ofreció la opción de conectarme a un ventilador para que tuviera más tiempo y ayuda”, contó Florette.
Después, llamó a su madre que estaba con sus otros tres hijos, envió un mensaje de texto a sus familiares y amigos para despedirse.
“Me prepararon para conectarme al ventilador, mientras lo hacían, le pregunté al médico cuál era la posibilidad de que me despertara y él respondió: ‘1 de cien’”.
Florette ingresó al estado de coma un miércoles, pero el lunes, contra todo pronóstico, se despertó.
“Dios me permitió seguir aquí, en ese momento no puedo decir cuántas personas estaban de rodillas orando por mí. Quiero agradecer a todos los que oraron por mí y mi familia”, dijo.
La publicación de Florette no tardó en hacerse viral, su testimonio conmocionó a muchas personas, se compartió más de 15 mil veces.
Ella vivió en carne propia la cruda realidad de la pandemia dentro de un hospital y estuvo muy cerca de ser una víctima fatal.
Su mensaje ha servido como esperanza para quienes tienen un ser querido luchando contra esta dura enfermedad. Compártelo.