El coronavirus ha provocado no solo una emergencia sanitaria sino también una grave crisis económica. Las barberías han sido uno de los establecimientos más golpeados, por fortuna el primer día de la reapertura de un local en Denver un cliente sorprendió a todo el personal cuando realizó el pago.
Ilisia Novotny es una madre soltera de 32 años que trabaja como estilista en la barbería 99 de Floyd en Denver, Colorado. Durante casi dos meses estuvo cesante debido a la pandemia, cumpliendo la orden de quedarse en casa para prevenir contagios.
El sábado 09 de mayo fue la reapertura del local bajo estrictas medidas de seguridad con capacidades restringidas. Ilisia pensó que no trabajaría ese día porque que tal vez se organizarían por grupos, pero a pesar de eso le tocó guardia.
Justo cuando le quedaba poco tiempo para culminar su ajetreada jornada, se acercó un misterioso hombre solicitándole un corte de cabello. La estilista sabia lo desesperadas que estaban las personas después de tanto tiempo, y no le importó quedarse un poco más para ofrecerle sus servicios.
«Me quedaban 15 minutos en mi turno, y él se acercó y me preguntó si podía atenderlo«, contó la solidaria trabajadora.
Desde que el cliente se sentó, comenzó a conversar con ella sobre el béisbol e incluso le comentó que era relativamente nuevo en Denver porque vivía antes en Chicago. También se interesó en saber cómo la habían estado pasando ella y sus compañeros en los dos últimos meses sin poder trabajar.
La estilista le comentó los sinsabores que le había tocado vivir con la dificultad para pagar el alquiler y los servicios. Y al igual que ella, sus colegas tuvieron que lidiar con las mismas dificultades, bajo condiciones de total incertidumbre sin saber a ciencia cierta cuándo podrían retornar a sus labores.
La peluquera terminó su trabajo y el conforme cliente se dirigió a realizar su pago por 27 dólares que costaba el corte de pelo.
Pero sacó de su billetera 5.800 dólares que distribuyó de la siguiente manera: 2.500 para su estilista, 1.000 para el gerente general, 500 para la recepcionista, y 1.800 para distribuir entre los 18 barberos y estilistas restantes.
«No es un error», se devolvió el noble hombre y le dijo a la sorprendida Ilisia.
Las lágrimas no demoraron en salir de los ojos de la mujer al ver el gesto inesperado y magnánimo del cliente, que se puso en el lugar de cada uno de ellos, y quiso retribuirlos de alguna manera por lo mal que lo pasaron durante largo tiempo.
«Lloré. Soy una madre soltera. Ha sido difícil en los últimos meses no saber qué va a suceder, no saber cuándo podríamos volver a abrir para poder volver a trabajar», dijo la agradecida mujer.
Ilisia supo qué haría con el dinero, pagaría el alquiler atrasado y cubriría el tratamiento que tanto necesitaba su pequeño hijo por un problema de discapacidad auditiva que padece. Seguramente los demás también planearon el uso del inesperado regalo.
«Después de no poder trabajar durante los últimos meses, ni siquiera puedo decirte cuánto significa esto para todos nosotros», agregó la feliz madre.
Por fortuna, no todo ha sido malo en los últimos días. Y gente como el misterioso cliente merecen nuestra admiración y aplausos.
Son lecciones de vida en momentos difíciles que debemos imitar. Comparte esta hermosa historia con todos tus amigos, y hagamos del mundo un mejor lugar donde vivir.