La pandemia de COVID-19 ha obligado a casi todo el mundo a incorporar nuevos hábitos en sus vidas, uno de ellos es continuar con los estudios desde casa.
Parece mentira, pero, aunque estamos en una era en la que prevalece la tecnología, no todas las personas tienen la posibilidad de ir a la par de esas innovaciones.
Y es lo que le sucede a esta abuelita, quien tomó todo su dinero y fue a la tienda para comprar un teléfono móvil para que su nieto pudiera asistir a sus clases online.
Aunque juntaron todo su dinero, no les alcanzó para comprar el aparato y tuvieron que irse con las manos vacías y con el corazón desesperanzado.
Jatupol Boriboon, quien trabaja en una tienda de Rattanaburi, Tailandia, fue quien atendió a la mujer y al niño. A Jatupol se le rompió el corazón en mil pedazos cuando conoció la historia de esta abuela y su nieto, quienes solo tenían 60 dólares para comprar un smartphone.
“Cuando le pregunté si era para ella, me dijo que no, que era para que el niño pudiera seguir asistiendo a clases. Sólo tenía casi 62 dólares, era todo el dinero que pudieron juntar”, dijo Jatupol.
La tienda no tenía para la venta ningún teléfono inteligente a ese precio, por lo que Jatupol tuvo que ver cómo la mujer y su nieto se iban con las manos vacías.
Nadie podría imaginarse que de un día para otro el teléfono móvil inteligente se convertiría en una herramienta imprescindible para terminar el año escolar. Como sociedad hemos tenido que adaptarnos a estos cambios.
Jatupol no sabe si finalmente la mujer pudo comprar un teléfono en otra tienda, pero el caso lo hizo reflexionar sobre las dificultades que muchas personas enfrentan en estos tiempos de crisis.
Jatupol publicó esta historia en las redes y de inmediato generó un polémico debate entre los usuarios que comentaban sobre su opinión.
“Las clases online son una gran iniciativa, pero para los niños de familias pobres, la educación pasa de ser un derecho a ser un lujo”, dijo uno de los usuarios.
Con esta pandemia son muchas las familias que también luchan por poner un plato de comida en la mesa todos los días.
«La mayoría de los estudiantes de las zonas más pobres no cuentan con teléfonos e Internet y ahora se ven obligados a conseguirlos para poder continuar con su educación, lo que complica mucho a sus familias”, agregó Jatupol.
Muchos piensan que todos tienen las herramientas para adaptarse a esta situación como el resto de la sociedad, pero la verdad es que no es así.
Tristemente para algunas personas los recursos económicos son contados y un teléfono móvil inteligente resulta un lujo. Comparte la historia de esta abuelita y su nieto.