Mónica Vega estaba muy feliz mientras esperaba la dulce llegada del nuevo miembro de la familia. Pero todo cambió cuando la preocupación se apoderó de ella tras una revisión rutinaria.
Durante la ecografía de control y seguimiento Mónica notó que la expresión del médico no era la mejor de todas, y todo apuntaba que algo no estaba bien.
Para esta madre de Barranquilla, Colombia, todo estaba normal hasta que el médico descubrió que su bebé iba a ser un caso extremadamente especial.
Los médicos detectaron que había algo en interior de la bebé. Le practicaron varias pruebas y ultrasonidos, y finalmente descartaron la posibilidad de que fuera un tumor o una malformación dentro del abdomen de la niña.
“Tu bebé está embarazada”, le dijeron los médicos a Mónica.
Jamás podrías imaginar que la bebé que está dentro de un vientre puede estar embarazada.
“Cuando le dices a una mamá: “Oye, mira, la bebé que está en tu vientre está embarazada”, pues la mamá entra un poco en shock. Al principio con un poco de negación e incredulidad”, dijo el ginecólogo Miguel Parra.
Mónica no entendía cómo su bebé podía estar embarazada, ella ni llegaba al séptimo mes de gestación.
“Me puse a llorar y me decía, “Dios mío, Señor, de tantos embarazos, que me toque a mí, que le toque a mi bebé”, es muy duro”, dijo Mónica.
Pero todo lo que parecía un misterio de la naturaleza tenía una explicación médica, la bebé estaba embarazada de su propio hermano gemelo, en casos como este ocurre que uno de los bebés se desarrolla dentro del otro.
“Uno de los bebés se pega a la circulación materna y el otro bebé se pega a la circulación de su hermano”, añadió el doctor Miguel.
Esto es lo que se conoce como bebé parásito, que no es más que uno de los fetos está dentro del otro feto.
El bebé pegado a su hermana no tenía ni cerebro ni corazón, pero se alimentaba de su hermana, por eso fue necesario adelantar el nacimiento de la pequeña que llamaron Itzamara.
“No me mostraron lo que le sacaron a la niña porque era algo impresionante. Todavía yo no lo creo”, dice Mónica.
La niña nació en perfecto estado, todos sus órganos están bien, pero dentro de su cuerpecito tenía un saco amniótico y cordón umbilical.
“Le doy gracias al señor porque está con vida”, exclama Mónica.
Este tipo de embarazo de feto dentro de feto es extremadamente inusual, ocurre en uno de cada millón de embarazos, y los expertos calculan que se producen en uno de cada medio millón de nacimientos.
Comparte la historia de Mónica y su pequeña hija Itzamara quien desde que estuvo en el vientre de su madre es una guerrera de la vida.