La visita a un restaurante y una terrible confusión cambió para siempre la realidad de Amanda Merrifield, quien ahora relata abiertamente cómo es vivir sin esófago ni estómago.
Esta mujer de Runaway Bay, Australia, ha vivido por años con un dolor agonizante que describe como “mil veces peor que el parto” y todo esto por una cucharada de químico industrial que la sentenció para siempre.
En el 2013 esta mujer de 46 años estaba de visita en el restaurante The Point en Paradise Point, cuando un hipo repentino la atacó. Amanda había escuchado sobre la eficiencia que tiene el vinagre para desaparecer estos espasmos involuntarios, así que pidió a un mesonero le proporcionara un poco del mencionado líquido.
Sin saberlo, la mujer lo tomó, pero lo que realmente le habían dado eran químicos tóxicos. El chef del lugar había confundido el vinagre con una botella de limpiador de hornos, cuyo aspecto era similar.
El dueño del restaurante se lo proporcionó a Amanda sin saber lo que realmente era.
Los médicos que la atendieron no le daban esperanza de vida, ni siquiera creyeron que pudiese pasar la primera noche.
«Dañó todo: mi lengua, mi laringe, todo el camino hacia abajo y se detuvo en la parte superior de mi estómago. Soy un milagro. Sobreviví y estoy agradecida por eso, pero no puedo decirles cómo fue tragar ácido industrial, y sólo fue en una cucharada», dijo la Sra. Merrifield.
Los primeros dos meses en el hospital, Amanda visitó constantemente la sala de operaciones y en menos de un año ya había recibido 37 cirugías para limpiar su esófago que se encontraba completamente destruido.
Hasta la fecha, Amanda ha pasado por 80 operaciones, 120 visitas al hospital y siete años de agonía. Su estómago y esófago fueron extirpados y con ellos su estable carrera profesional. La señora Merrifield es abogada y desde el accidente tuvo que dejar de trabajar, además de renunciar a su vida social.
Su esposo Bob y su hijo Jack, ahora de nueve años, son las personas que le acompañan incondicionalmente desde que su vida quedó sentenciada a la atención por sus lesiones. Esta madre tiene un estricto tratamiento que incluye no sólo pastillas sino inyecciones diarias para calmar su dolor y hacer de su cuerpo “medianamente habitable”.
Además de todas las lesiones físicas de este accidente, Amanda y su familia han tenido que correr con todos los gastos médicos.
La mujer no recibió ningún tipo de indemnización por el accidente del cual fue víctima.
Tras años de lucha contra la compañía, la madre no obtuvo ningún pago por las lesiones ocasionadas. Para ella, la empresa esperaba que simplemente muriera y no reconocer sus responsabilidades, pero ella se aferró a la vida.
«Mi esperanza es seguir con vida y ver a mi hijo crecer y no sentirme como una carga todo el tiempo», dijo la Sra. Merrifield.
Sólo Queensland Health, Blue Care y la aseguradora de salud privada Bupa han proporcionado algún alivio financiero a la Sra. Merrifield. Sin duda una historia bastante injusta y lamentable, la vida de esta familia cambió para siempre y Amanda quedó confinada a una lucha diaria por sobreponerse al dolor.
Un caso lamentable y que tiene que ser denunciado, las autoridades deberían reconocer la responsabilidad del restaurante. Por favor no te quedes con esta historia, compártela en tus redes y hagamos visible la realidad de esta mujer.