Aunque no lo queramos, solemos permitir que el miedo, las preocupaciones y la inseguridad dominen y definan nuestras vidas. Les permitimos robarnos la diversión, el sueño y nuestras ilusiones más preciadas. Por eso, si quieres alcanzar la felicidad, debes estar preparado para dar un salto hacia adelante y enfrentar tus miedos.
Esto fue, precisamente lo que hizo Josh Collins, cuando el pasado 29 de septiembre enfrentó su mayor temor, las alturas, con la finalidad de recaudar fondos para ayudar a su pequeño hijastro Zach Holland, de ocho años, con una silla de ruedas personalizada todo terreno, valorada en unas 13 mil 500 libras esterlinas (unos 17 mil 500 dólares americanos).
Y es que, este hombre oriundo de la ciudad de Daventry, en el Reino Unido, no puede ni siquiera mantenerse parado en una silla sin sentirse mareado, pero, por su pequeño enfermo terminal, decidió completar un espectacular salto en paracaídas.
En este momento, gracias a su proeza, el hombre ya ha logrado reunir poco más de 13 mil billetes.
Sin embargo, toda esta misión no fue tan sencilla y tampoco estuvo libre de contratiempos. De hecho, Josh y su amigo, Dan Perks, tuvieron que cancelar el acto dos veces, debido al mantenimiento esencial de la aeronave y a problemas climáticos.
Sin embargo, llegada la hora, Josh se arrojó valientemente y sin pensarlo dos veces fuera del avión, a 10 mil metros de altura, descendiendo a tierra a una velocidad de 201 kilómetros por hora, mientras Laura Holland, su compañera, observaba junto a Zach desde la seguridad del suelo.
Incluso, y a pesar del pánico total que le invadió, Josh logró hacer la forma de una Z, de Zach, con las manos mientras caía. Después de aterrizar, Josh dijo no sentirse demasiado nervioso, ya que Dan, su amigo y compañero no dejó de tranquilizarle hablándole todo el tiempo que duró el salto.
“Fue cuando otras personas empezaron a saltar del avión que me asusté. Yo fui el último en salir del avión, así que vi a todos bajar primero. Al principio fue aterrador. Luego no sientes que caes, sino que estás flotando”, aseguró.
Dijo, además, que cada vez que movía sus manos sentía como si todo él se estuviera moviendo. Cuando por fin aterrizaron, Dan lo soltó y le dijo que estaba hecho, que eso era todo y podía ir a reunirse tranquilo con su familia.
Zach fue diagnosticado con distrofia muscular de Duchenne, a la edad de cinco años, lo que significa que no puede trasladarse muy lejos y sus padres deben empujarlo en una silla de ruedas manual, o cargarlo.
“Cuando aterrizamos, Zach me estaba esperando abajo, me dio un abrazo y dijo que estaba orgulloso de mí. Laura estaba llorando de emoción. Me alegré de haberlo hecho”, confesó Josh.
Debido al retraso generado por la pandemia, Zach no habría sido elegible para una silla de ruedas motorizada hasta que no estuviera completamente postrado en la cama, por lo que ambos padres decidieron recaudar el dinero ellos mismos.
Este hombre tenía mucho miedo del paracaidismo, pero, ¿Qué son 20 segundos de terror comparados con la felicidad de un hijo? El resultado, al final del día es que ahora podrán conseguirle a Zach la silla que tanto requiere para mejorar su calidad de vida.
Atrévete a ponerte en las situaciones que te dan miedo, respira profundo y da el salto. Aunque te pueda parecer descabellado, solo así aprenderás a romper tus límites. Comparte esta historia de amor filial a toda prueba con tus seres más queridos.