Amy Williams, madre de 24 años y asistente personal, de Basildon, Essex, fue hospitalizada con síndrome de shock tóxico tras olvidar que tenía un tampón por 5 días.
En junio del año pasado, Amy estaba de fiesta con su novio Samuel Mullen, de 30 años, cuando fue al baño a cambiarse el tampón y como no pudo encontrar el hilo o sentirlo, pensó que no lo tenía, así que se colocó otro.
Después de eso, Amy continuó cambiándose los tampones cuando fue necesario, pero 5 días después notó un mal olor.
“Olía muy mal y no era normal, así que me metí en la ducha para lavarme, pero el olor continuaba. Me acosté en la cama y miré dentro de mí. Sentí algo con mi uña y me di cuenta de que había un tampón dentro de mí”, dijo Amy.
Amy estuvo media hora intentando quitarse el tampón, y cuando finalmente logró sacárselo reveló que estaba completamente negro.
El tampón se había volteado y Amy tardó media hora en quitárselo, casi desmayándose por el dolor.
Después de eso, la joven presentó calambres dolorosos en la parte inferior del abdomen y un par de días después, mientras estaba en el trabajo, comenzó a sentir náuseas.
La llevaron a urgencias del Hospital Universitario de Basildon con mucha fiebre.
Cuando llegó empezó a vomitar, y sus órganos comenzaron a fallar, había entrado en un shock séptico. Durante los siguientes 4 días, Amy perdió el conocimiento y mientras, le administraban antibióticos para combatir el envenenamiento de la sangre.
“Había oído hablar del síndrome de choque tóxico, pero no pensé que me pasaría nunca”, dijo Amy.
El síndrome de shock tóxico puede causar insuficiencia orgánica múltiple y eventualmente la muerte si no es tratado a tiempo.
“El médico me dijo que, si hubiera ido a casa ese día, no me habría despertado”, reveló Amy.
Afortunadamente, fue dada de alta, pero continuó siendo monitoreada en casa y estuvo en tratamiento con antibióticos durante 10 días más.
“He usado tampones durante 10 años, pero nunca más los volveré a usar, ahora solo uso toallas sanitarias. Quiero advertir a las mujeres y las niñas que tengan mucho cuidado”, agregó Amy.
Desde entonces, ha sufrido menstruaciones abundantes e irregulares, e incluso se le advirtió que podría afectar la concepción de otros hijos. Afortunadamente, un año después, está esperando su segundo hijo.
«No podía creer que un tampón casi acabara con mi vida», dijo Amy.
Amy quiere crear conciencia sobre la rara condición que amenaza la vida con la esperanza de que otras mujeres no vivan el mismo trauma.
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