Fabiana Pérez, de 39 años, y Norberto Vega decidieron adoptar un niño, y como la mayoría de las parejas, pidieron un bebé de poco tiempo de nacido. Pero el destino los sorprendió cuando conocieron a Ezequiel, un niño que desde que lo vieron por primera vez los cautivó.
Ambos se miraron y reconocieron que sentían una conexión especial con el pequeño. Después conocieron a su Betiana, su hermana, quien tenía graves quemaduras en su rostro.
Los esposos eligieron a Eze, como cariñosamente lo llaman, pero su hermana los eligió a ellos de una manera que jamás podrán olvidar.
Decidieron adoptar al niño y se sentían complacidos, instaban a otras parejas a darles la oportunidad de tener una familia a cualquier niño, sin importar su edad ni su condición.
Fabiana no contemplaba la adopción como una posibilidad, “quería transitar el embarazo, mis hermanas menores tenían mellizas y yo quería vivir la experiencia. Estaba llena de fantasmas con respecto a la adopción, tenía miedo de lograrlo y después perder a los niños”, relató.
Ezequiel y Betiana nacieron en Misiones, desde muy pequeños vivieron en un hogar de niños en Puerto Libertad, un sitio localizado en Iguazú, soñaban con el día en el que pudieran ser amados y protegidos por una familia.
Cuando Betiana tenía 5 años y Eze 3, conocieron a Fabiana y Norberto, sin imaginarlo ellos cambiarían su destino para siempre.
La pareja había solicitado al juzgado de Morón, que ahora se unificó en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos, la oportunidad de ser padres adoptivos, pero nunca los llamaron.
Después de años esperando una respuesta, la pareja viajó de vacaciones a Misiones y se trasladaron hasta una casa hogar de niños de la que le habían comentado unos amigos.
Ahí conocieron a quienes ahora son sus dos amados hijos. “El primer contacto que tuvimos fue con Eze. Beti estaba con una tutora en Buenos Aires porque había viajado a atenderse al Garrahan. Nos contaron que había sufrido un accidente doméstico y que llegaba en unos días”, dijo Fabiana.
Recordó el momento en el que vieron a Ezequiel, “estaba durmiendo en el piso porque hacía mucho calor. Lo despertaron y cuando nos vio, nos abrazó como si nos conociera de toda la vida. Eso nos enamoró”, relató la madre.
A los días conocieron a Betiana, y aunque inicialmente solo pensaban adoptar a un bebé, cambiaron de plan y estaban dispuestos a ser una familia de cuatro.
“Cuando Betiana tenía meses de vida, un incendio producido en su casa la dejó con graves quemaduras, perdió su nariz. Queríamos sacarla adelante, así que después de un par de charlas y gracias al apoyo de la familia, tomamos la decisión de adoptar a la pareja de hermanitos”, dijo Fabiana.
Pero, aunque Fabiana y Norberto se sensibilizaron con la pequeña y acordaron darle la misma oportunidad que a su hermano, fue un gesto lo que los hizo confirmar la decisión.
“Una tarde, ella me estaba arrullando y yo le dije si quería ser mi mamá. Me respondió: ‘bueno, ahora vamos a empezar el papeleo con el juzgado’”, relató la niña muy emocionada.
Transcurrió un año y medio mientras llevaban a cabo una batalla judicial para trasladar a los dos niños a su vivienda en Buenos Aires.
“Yo no podía dejarlos, así que con mi esposo decidimos que me quedara en Misiones.
Cuando me tenía que ir por unos días, Ezequiel se atacaba del pecho porque sufría de asma emocional.
Me hospedé durante meses en una casita, para estar cerca de ellos, implicaba un gran esfuerzo porque debían mantener las dos viviendas.
Durante un año no recibieron respuestas de la justicia. “Nuestros hijos allá y nosotros acá. En abril de 2013 nos fuimos a la casa hogar a pasar mi cumpleaños con ellos”.
Los niños esperaron durante tres años en la casa hogar, aunque el juez no resolvía el caso ya los conocían tanto en la casa hogar que les permitían retirar a los niños para llevarlos a dar un paseo y compartir en familia.
Fabiana decidió llevarlos al juzgado para que el magistrado los conociera. “Se los mostré y le dije: ‘Su señoría, observe cómo están, ¿Qué quiere? ¿Qué sigan en ese lugar? ¿Qué más necesita ver?”.
En ese momento, Betiana tenía dificultades. “No tenía labios, no podía cerrar la boquita, se babeaba, tenía problemas dentales y solamente podía respirar por la boca”.
El magistrado le respondió con ironía: “Bueno, llévatelos, si ya los sacaste”.
Ella le replicó diciendo que quería convertirse en su madre, y necesitaba su autorización.
“Su señoría, yo quiero ser su madre, necesito su firma, no me los quiero robar”.
Fue así como el magistrado firmó la custodia, pero 5 años después, todavía no tienen el documento en el que los menores tienen sus apellidos. Le ruegan al juez Alberto Pedro Fragueiro que les otorgue el acta de adopción.
Betiana está mucho mejor, ya asiste al colegio y desde el primer día fueron muy receptivos con ella.
“Vemos los logros de los niños, los vemos felices. Esas son razones suficientes para animar a todos a adoptar, sin importar ni la edad ni la condición de los chicos”.
Finalmente, viajaron a Buenos Aires y pudieron estar los cuatro juntos. Para ellos la prioridad era velar por la salud y la educación de Betiana.
“En Misiones no estaba escolarizada porque los compañeros se burlaban de su apariencia. Una maestra particular iba a su casa a darle clases dos veces por semana, a ambos les faltaba un poco de estimulación. Son muy inteligentes y los dos fueron abanderados”, relató Fabiana.
La historia de esta familia se ha convertido en inspiración para muchos, no te vayas sin compartirla.