Jay Hewitt quiso hacer el triatlón Ironman en honor a su pequeña de 3 años a pesar de su grave enfermedad.
Hay amores que van más allá de la vida, tal como el de este padre, quien tras ser diagnosticado con cáncer en estado terminal se aferró del amor a su hija para sacar la energía necesaria y dejarle un gran legado.
Los primeros recuerdos de este padre sobre los triatlones de Ironman vienen de su infancia.
Desde 1989 cuando vio en televisión a los atletas terminar una de las competiciones más duras que puede haber a nivel mundial.
Tras el nacimiento de Hero, su hija, en el 2015, la idea sobre el triatlón Ironman volvió aparecer constantemente en su mente por alguna razón.
Su gran sueño era que su hija lo viera en una competencia así cuando tuviese unos 10 años.
Pero tan solo 3 años más tarde después de distintos exámenes médicos, le diagnosticaron cáncer cerebral terminal, y desde entonces, para cumplir su sueño tenía que correr contra el tiempo.
Con los días contados, Jay se vio obligado a comenzar a entrenar para el triatlón antes de lo esperado.
En 2019 empezó la primera de tantas sesiones de quimioterapia, junto con algunas cirugías. El pronóstico lamentablemente no cambiaría, pero le daría más tiempo de vida.
En su mente aún palpitaba una cosa, hacer el Ironman y dejarle un último gran recuerdo a su familia, en especial, quería dejarle una lección de vida y una muestra de amor a su pequeña hija.
Dado a que los eventos del Ironman 2020 se cancelaron a causa de la pandemia, este padre de familia se puso en contacto con los organizadores del evento original.
Estos le propusieron hacer una carrera virtual IRONMAN VR Kona, donde podría diseñar su propio trayecto en su ciudad natal con tal de que la línea de meta fuera en las puertas de su propia casa.
El 09 de octubre de 2020 y con 38 años, Jay se puso en la línea de partida y comenzó su tan soñado triatlón Ironman.
Salió de Back Bay de Newport Beach, nadó 3 kilómetros, después tomó la bicicleta y recorrió 180 kilómetros para terminar corriendo los 42 kilómetros de maratón.
Los meses de tratamiento de quimioterapia no pasaron en vano, y durante la carrera, justo cuando iba a mitad del recorrido las náuseas aparecieron y su estómago lo obligó a vomitar.
A pesar del dolor no se rindió y continuó corriendo para llegar a la meta.
Cuando dobló la esquina hacia su casa, donde estaba la meta, después de 13 horas y 40 minutos, cientos de personas lo estaban esperando para animarlo a terminar el último trayecto, mientras a lo lejos divisaba a su hija y a su esposa.
“Mi hija y mi esposa sostenían esa cinta, así que me centré en ellas pensando: ‘Voy a volver a casa’.
No tenía mucha energía, pero le di un beso a mi esposa. Les entregué flores a mi esposa y a mi pequeña hija», dijo Jay.
El hombre de 38 años aseguró que completar el Ironman fue un gran gesto de amor hacia su hija, por lo que ahora está pensando qué hacer para rendirle también un homenaje a su esposa sin dejar de concentrarse en tener tiempo de calidad con su hija.
«Me arrodillé para decirle a Hero: ‘Si puedo hacerlo, tú puedes hacerlo. Sueña en grande y nunca pierdas las esperanzas’.
Fue muy difícil para mí, pero había pensado en volver a casa con ella y ella me había dado la fuerza para terminar”, agregó Jay.
Su esposa respeta su decisión, pero le advirtió que no debe hacer nada tan arriesgado al menos en un año, y es algo que no planea discutir.
El amor de este padre no tiene límites, y así se los demostrará a su amada hija y esposa hasta su último aliento. El recuerdo de este simbólico triatlón quedará por siempre grabado en su corazón.