Los profesionales de la salud que se encuentran en la primera línea librando la batalla contra el coronavirus, se han encontrado con un encarnizamiento por parte de los gobiernos de muchos países, que subestiman los riesgos a los que muchos de estos trabajadores se encuentran expuestos.
Esta vez, se trata de la historia de Jorge Alejandro López, un estudiante de Medicina de 29 años y residente en el Hospital de Ecatepec, México, institución donde realizaba su internado.
Falleció tras ser diagnosticado con el virus, debido a la falta de equipos adecuados de protección, según indicaron sus compañeros de labores.
El joven formaba parte de un grupo de 50 galenos de posgrado, cuyo sueño se vio truncado tras no superar la batalla contra el COVID-19, después de haberse contagiado presuntamente en la sede donde trabajaba.
De acuerdo con sus colegas, quienes pidieron permanecer en el anonimato, el hospital no brinda la suficiente protección y vigilancia necesarias para atender casos de urgencia de coronavirus, e incluso no se adiestra correctamente a los médicos de base.
“En el hospital no hay ninguna capacitación, cada interno, residente o médico de base trae su propio equipo (…) Nos mandaron a la guerra sin fusiles, muchos compramos nuestro equipo; los instrumentos que usamos a diario”, dijo uno de los enfermeros del hospital
Desgraciadamente, pareciera que el problema ya rebasó los límites. Se perdió una vida por negligencia, sin saber cuántas más estarán por correr la misma suerte que José Alejandro López.
Estudiaba para optar por el título de cirujano en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, en el país azteca. Aunque su sueño siempre fue cuidar y preservar la vida de sus pacientes, quienes lo atendieron no actuaron de igual manera.
Resulta que el pasado 06 de diciembre, el hombre y un compañero reanimaron a un paciente, pero este les vomitó encima. Una semana después, ya había perdido el gusto, tenía dolor de cabeza y ojos, además de diarrea, explicó su hermana, Sharon López.
El 15 de diciembre, cuando pidió una valoración médica donde trabajaba, el doctor que lo vio solo le dio un antibiótico y le dijo que no creyera en falsos diagnósticos. Por su parte, Yuriko Montaño, pareja de José Alejandro, aseguró que su esposo era obligado a acudir a trabajar, a pesar de sus síntomas.
Tres días más tarde, con dificultad para respirar, decidió presentarse a una de las tres guardias semanales, pues, según su jefa, “no se veía tan mal” y de no asistir, se le sancionaría por incumplimiento de sus labores.
“Es injusto, porque en todo momento se le negó la atención, él acudía en diversas ocasiones, lo obligaban a que fuera al hospital y su valoración siempre era que él no tenía nada y que no comprara falsos diagnósticos, que él estaba bien y que se dedicara a realizar su labor”, dijo Montaño.
El 20 de diciembre decidió atenderse con su médico de confianza, quien le recetó al menos ocho medicamentos y se le colocó un tanque de oxígeno para respirar. El 04 de enero a las 17:40 horas lamentablemente falleció.
La familia pide un trato digno para los trabajadores de salud, así como para los compañeros de José. Por su parte, la FES Iztacala retiró a los médicos pasantes del Hospital. Hasta el momento, solo en México han muerto 2 mil 397 trabajadores de la salud a consecuencia del COVID-19.
El sistema sanitario no debe ser discriminatorio, mucho menos en los tiempos que corren. Esto es un contrasentido. Comparte esta noticia, todos pedimos justicia por la pérdida de este médico y quienes se han ido injustamente durante la pandemia.