No todos nacemos con las mismas oportunidades, aunque las limitaciones para lograr lo que soñamos están en nuestra mente. Sin importar que vivamos en condiciones de pobreza, con familias disfuncionales, discapacidades o enfermedades, solo basta la determinación para llegar a ser lo que queremos.
Así lo demostró Diana Trujillo Pomerantz, una joven que supo aprender y fortalecerse con las dificultades que le puso el destino.
Diana es una mujer colombiana de 41 años que pagó sus estudios limpiando casas en Estados Unidos y ahora lidera una misión de la NASA.
Cuando apenas tenía 17 años emigró desde Colombia a Estados Unidos con 300 dólares y completamente sola. En un país que no conocía, sin hablar inglés y con muy poco dinero sabía que dependía de su perseverancia y esfuerzo salir adelante.
En una entrevista, relató que abandonó su país después de que su padre abandonara a su mamá, dejándola sin nada.
“Mi papá le arrebató todo a mi mamá, dije, ‘yo me voy primero, así consigo dinero y trato de ayudarla. Después vuelvo por ella y por mis hermanos’”.
Poco tiempo después de llegar a Estados Unidos, trabajó limpiando casas, quería aprender el idioma inglés y ahorrar dinero para poder estudiar.
Consiguió dos trabajos más, y así pudo pagar sus estudios en ciencias espaciales, con mucho sacrificio ahorraba para enviarle dinero a su madre y a sus hermanos que tenían una situación económica crítica en Colombia.
Ella no estaba dispuesta a rendirse ni a renunciar a su sueño de trabajar en la NASA.
Cuando finalmente tenía dinero ahorrado, y aprendió inglés, pagó sus estudios de ingeniería aeroespacial. En la universidad de Florida, le otorgaron una beca por su excelente desempeño.
Después de obtener la beca sus gastos disminuyeron, pudo dedicar más tiempo a adquirir conocimientos en el área que tanto le apasionaba.
En el año 2006, Diana entró a la NASA para hacer sus prácticas académicas, se convirtió en la primera inmigrante latinoamericana que accedió a ese programa.
Con su pasión desmedida por su carrera, su ahínco y empeño, fue logrando cada vez más éxito en su trabajo.
Actualmente, participa en Curiosity, uno de los proyectos que lidera sobre el muestreo de la superficie que se efectúa en Marte. Para este trabajo, diseñó un brazo robótico que capaz de traer material de Marte.
Tras algunos años en la NASA lideró el lanzamiento del Perseverance Rover, el pasado 30 de julio, estiman que llegará a Marte el 18 de febrero de 2021.
“La gente debe dejar de pensar que para trabajar en la NASA hay que ser un genio con cinco posgrados. Yo empecé sin saber bien inglés, atrasada en la universidad, y ahora estoy aquí, por el empuje de mi raza, que me enseñó a no darme por vencida”, relató.
Diana quiere que con su testimonio se reconozca la labor de las mujeres que ofrecen valiosos aportes a la ciencia.
“Debemos ser reconocidas como personas que hacemos parte de la ciencia. Quiero incrementar la cantidad de mujeres latinas en el espacio, que las niñas piensen que pueden hacer lo que yo hago y hasta más, pero primero tienen que vernos y ahí empezaremos a contar nuestras historias, porque si no nos ven seremos solo una voz que desaparece sin fuerza y sin apoyo.
Es nuestro deber elevar las voces femeninas, porque no somos invisibles o menos capaces. Somos iguales de inteligentes a cualquier otro hombre”, dijo Diana.
Diana está satisfecha con lo que ha logrado, espera promover la igualdad de género que se ve vulnerada en muchos países y ser un ejemplo para otras personas que nacen en hogares golpeados por la pobreza.
Además de ingresar en la NASA, Diana también logró uno de sus mayores anhelos: llevar a su madre a los Estados Unidos.
Finalmente, demostró que todo el esfuerzo vale la pena si se mantiene el enfoque para lograr lo que soñamos. Comparte su historia.