Como si hubiese salido de una máquina del tiempo, el estadounidense Joe Ligon no puede creer cómo es el mundo después de haber estado casi siete décadas tras las rejas.
El cambio que todo ha dado le parece sacado de una película de ficción, pero en su historia no hay nada irreal, sino que refleja el drama de un joven que tomó las peores decisiones.
Ahora lucha por recuperar la vida que perdió después de pasar tantas décadas tras las rejas.
El nombre de Joe Ligon ha dado mucho qué hablar este mes, después de ser liberado de la Institución Correccional Estatal de Phoenix en el condado de Montgomery a sus 83 años.
Fueron 63 años que cumplió privado de libertad por su participación en diferentes robos y asaltos que dejaron algunas víctimas mortales.
Joe era considerado el preso más antiguo de los Estados Unidos y pese a haber sido sentenciado a cadena perpetua, su buena conducta le ha permitido disfrutar nuevamente del sabor de la libertad.
Su inserción en la sociedad no será un proceso sencillo pero el Proyecto de Sentencia y Reingreso Juvenil de Filadelfia (YSRP) está orientándolo para que su transición a la vida moderna ocurra sin problema.
Todo le resulta bastante diferente al hombre que no paseaba libremente por las calles de Filadelfia desde que era un adolescente de 15 años.
Su vida entera había transcurrido detrás de los barrotes.
Para Joe lo más impresionante ha sido ver el tamaño de los rascacielos que ahora pueblan toda la ciudad.
“Estoy mirando todos los edificios altos. Todo esto es nuevo para mí. Esto nunca existió», explicó Joe en referencia a la Filadelfia de 1952, cuando entró a la correccional.
Pero este abuelo no está solo, además de los colaboradores del proyecto, Joe tiene a un gran amigo que le ayuda en su reinserción.
Se trata del también ex convicto John Pace, quien salió en libertad hace cuatro años actualmente es el coordinador de reingreso en YSRP.
Pace se reunió con Ligon tres días después de su liberación el 13 de febrero y desde entonces lo ha estado ayudando a asimilar este mundo nuevo que se ha abierto ante sus ojos.
“He tratado de calmar sus nervios o emociones ayudándolo a estar rodeado de personas conocidas y presentarle lentamente las cosas nuevas, basándome en mi propia experiencia de reingreso mientras le permitía compartir conmigo qué es lo que quiere”, explicó Pace.
Aunque Ligon no cobró directamente ningunas de las vidas que se perdieron durante los asaltos, su participación en los mismos lo hizo pagar como cualquier otro culpable siendo apenas un niño.
Para este hombre no hay manera de resarcir todo el tiempo que perdió tras los barrotes, pero espera que su ejemplo ayude a los jóvenes a no seguir malos ejemplos.
Una historia conmovedora que deja mucho para reflexionar, comparte la noticia y que el caso de Ligon dé discernimiento a más de un adolescente.