Todos queremos tener éxito en aquellas cosas que emprendemos y amamos hacer, pero, a veces no todos contamos con el estado de ánimo ideal para alcanzar nuestras metas. Por eso, nuestra historia es la de un hombre que creyó en sus sueños y fue creciendo a punta de esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas.
Ese es Erivan Rodrigues, un amante de la construcción cuya esencia misma es la albañilería. Cuenta con 40 abriles, y ya su historia de superación y amor por el trabajo honesto se ha vuelto viral entre millones de usuarios, ladrillo a ladrillo.
El hombre, natural de Río Grande do Norte, en Brasil, comenzó a ejercer su oficio como asistente, hará cosa de algunos años atrás. Paso a paso se fue enamorando cada día más de su profesión y aprendiendo hasta que se convirtió en albañil, supervisor de obras y, finalmente, estableció su propia compañía constructora.
Pero, esta gran demostración de fortaleza y emprendimiento no quedó allí. Rodrigues es, hoy en día, el flamante propietario de una franquicia de una red de equipos de construcción ubicada en la zona de Piedade. Después abrió otra unidad en Sorocaba y, en lo que va de 2021 ha ganado casi 80 mil dólares.
“Después de 10 años pude generar empleos, tenía un equipo de 50 profesionales. Empecé a comprar terrenos y construir casas para vender. Así, logré guardar y almacenar un capital que más adelante me ayudaría a ser dueño de mi propio negocio”, dijo Erivan Rodrigues.
Veinte largos años han pasado desde que este hombre valiente dejase aquellos parajes que le vieron nacer para mudarse a Sao Paulo, en busca de nuevas oportunidades para ganarse la vida trabajando como cantero.
Comía con fruición, lo más rápido posible para no perder un segundo y continuar construyendo las paredes de su destino. Tal y como él mismo recuerda, en una ocasión fue sorprendido por una de estas, torcida, la cual terminó por derrumbarse.
Asegura que ello no lo desanimó. No estaba triste y más bien se dijo para sus adentros que, al día siguiente lo haría mejor. Y así fue como, entre ensayos y errores, Erivan Rodrigues erigió una obra de arte de muro. Esta vez, derribó las paredes de las limitaciones construyendo, y le quedó perfecto.
“Por fin, un día terminé el muro y funcionó a la perfección”, añadió el albañil y empresario
Fue en 2014 cuando Erivan se encontró con la oportunidad de su vida, que de ninguna manera desaprovechó. En ese momento el propietario de la tienda que hoy le pertenece se ofreció a comprar el establecimiento.
“Me hizo entender que podía mantener mis dos negocios en la misma ciudad: la franquicia y la constructora. Eso me abrió aún más los ojos”, dijo.
Apenas si sabía utilizar un ordenador cuando compró la franquicia, pero Erivan nunca tuvo miedo de arriesgarse. Confió ciegamente en su instinto, con la dedicación y el esfuerzo que nos legó como ejemplo a seguir.
Con la empresa constructora y la tienda, el anteriormente empleado y proveedor de servicios, se convirtió en cliente de Erivan, quien hoy sobrevive a las dificultades de toda índole que ha traído esta cruel pandemia. Comparte esta historia con tus seres queridos y amistades.