Toda persona tiene derecho a la educación, sin importar su edad. El desarrollo de nuevas habilidades para un mundo cambiante requiere de un aprendizaje permanente, que solo puede darse si se garantiza el de todos, sin distinción etaria.
Así es el ejemplo de don Felipe, un abuelito quien, a sus 84 años logró alcanzar el sueño de graduarse como ingeniero y convertirse en el más longevo dentro del campus de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, en México.
Aprobó su examen y fue admitido hace casi cinco años, e ingresó como alumno para optar a la licenciatura de Ingeniería en Procesos y Gestión Industrial, es decir, comenzó sus estudios a la edad de 79 años.
Felizmente, nos enteramos de la grata buena nueva de que, el pasado mes de mayo se graduó, dejando claro además que, cuando de aprender y superarse se trata, no existen barreras de ningún tipo.
“Y, la verdad, me siento muy contento de haber terminado el estudio que me dio la universidad, en San José Chiapa”, dijo, con orgullo, don Felipe.
Sin embargo, la empresa no fue una tarea sencilla. Don Felipe debió superar múltiples obstáculos. No fue fácil compartir un aula de clases con alumnos 62 años más jóvenes que él, tampoco lo fue adaptarse a los avances de la tecnología. No obstante, su decisión era irrevocable. Jamás faltó a una clase.
“Para su edad, sorprende mucho la capacidad de retención de información, de crecimiento personal y de crecimiento a nivel educativo que ha tenido”, dijo Germán Enríquez Figueroa, docente de don Felipe.
Este extraordinario y valiente hombre es nacido en la ciudad de Puebla. De joven trabajó en el campo, también fue obrero constructor y, en el año de 1962 ingresó a las filas del ejército mexicano, siempre vivaz e inquieto.
Lamentablemente, su esposa murió hace tiempo y quedó a cargo de sus cinco hijos, uno de los cuales también es hoy en día su colega. A don Felipe se lo solía ver con su mochila al hombro, pues, para poder mantenerse en sus años como universitario, no dejó de vender sus verduras en Tepeaca y Cholula.
“Mi esposa murió hace como 15 años, y mis hijos son cinco, pero solo dos me escuchan. La vida es fácil porque está en uno, en nadie más que en uno. Veo bien y oigo bien. Es la propia vida el mero destino de uno, porque si usted quiere, va a poder”, añadió don Felipe.
Considerando la edad que tiene, al flamante nuevo ingeniero don Felipe se lo ve entero. Pero, sobre todo, lo que más sorprende es su extraordinaria capacidad de raciocinio y su lucidez mental. De hecho, tanto es así, que no descarta la posibilidad de hacer una especialización en la máxima casa de estudios. ¡Qué ejemplo de vida!
Se trata de una demostración más de que nunca es tarde para aprender, ya que, la vida nunca termina de enseñar. ¡Honor a quien honor merece! Comparte esta historia con tus familiares.