Durante la pandemia, miles de personas se quedaron sin empleo. Ha pasado más de un año desde que el mundo entero se declarara afectado por el coronavirus. Actualmente, la vacuna y la progresiva vuelta a la normalidad han dado esperanza a muchos.
Sin embargo, son muchas las personas que todavía tienen que lidiar con los estragos económicos de la pandemia. Marcelo Cácharo es un argentino de 57 años que perdió su trabajo como camionero.
Al no contar con su salario supo que no podía seguir pagando el alquiler. Había utilizado el dinero de la indemnización para comprar un furgón y después de unas semanas comprendió que ese Mercedes Benz sería mucho más que un simple auto para él.
Su hijo Lucas y él lo transformaron en su casa rodante. Lucas tiene 34 años y tiene problemas de salud mental. Enfrentar la vida en la calle, ha resultado muy difícil para él, pero su padre hace todo lo posible para poder seguir comprándole sus medicamentos.
“Si Lucas no está medicado, no puede vivir. Esta situación a él lo afecta diez veces más que a cualquier persona. Tuvo depresión y no tenía ganas de seguir viviendo”, dijo Marcelo visiblemente afectado.
El auto tiene seis metros de largo por 2,30 de ancho. Instalaron dos pequeñas camas y una cocina. Además cuentan con un baño. Para seguir recibiendo una pequeña entrada económica, Marcelo se dispone a comprar diferentes productos por Internet.
Se esfuerza por conseguir cosas a un bajo precio y luego las revende para obtener una pequeña ganancia. Algunas personas les donan libros y cosas usadas para que Marcelo cuente con más productos a la venta.
“Le dije a Lucas que íbamos a vivir en la que calle y que sería duro. Yo estoy bien, pero no quiero esto para Lucas. Quiero algo mejor para su futuro”, dijo Marcelo.
A pesar de que viven de manera muy humilde, Marcelo y Lucas adoptaron una hermosa perrita callejera. Se llama Reina y Lucas la pasea todas las mañanas por el parque Centenario.
Marcelo está decidido a no pedir limosnas y se esfuerza en sus ventas para que a su hijo y a él nunca les falte alimento. Durante años, él había soñado con vivir en una casa rodante, pero nunca imaginó que tendría que pasar por una situación tan precaria.
“Yo siempre le dije a Lucas: ‘El furgón es para dormir, la vida está afuera. No mendigamos. Me la rebusco todos los días’”, dijo Marcelo.
La dedicación de Marcelo para cuidar a su hijo y dar lo mejor de sí en medio de una situación tan dura, es sorprendente.
Esperamos que esta familia pueda salir adelante y consiga mayor calidad de vida.
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