Andrew es un niño que a su corta edad ha tenido un pasado bastante complicado, desde que tenía solo seis años ha estado bajo la protección del estado pasando por varios hogares de acogida.
Sus cuatro hermanos fueron adoptados de inmediato, pero él no tuvo la misma suerte, su conducta retraída no era de agrado para los posibles adoptantes.
La pareja vive en Nashville, Tennessee.
No fue sino hasta que Dominique y Kevin Gills le abrieron la puerta de su hogar y decidieron cambiar su destino.
Al escuchar su historia sintieron que debían hacer algo, aunque no se hizo público los detalles de su expediente, Los Gills consideraban que no era justo que siendo solo un niño tuviera una experiencia tan traumática. Querían educarlo y mostrarle lo que se siente pertenecer a una familia.
“Durante su primera semana con nosotros, se sentó en su habitación con la puerta cerrada y miró fotografías antiguas. No quería hablar”. Comentaron los Gills.
Bajo el fundamento que todos los niños deben crecer en un hogar donde prevalezca el amor y el respeto, rápidamente se dieron cuenta que esta no es la realidad para muchos niños. Andrew es solo un ejemplo de tantos niños que anhelan estar en una familia y que los haga sentir amados.
Andrew (izquierda) y Joc (derecha) hicieron de los vídeos juegos la mejor herramienta para crear una amistad.
Cuando lo niños se encuentran en hogares temporales o instituciones que velan por su cuidado, algunas veces su actitud cambia al ver que pasa el tiempo y no son adoptados, muchos optan por tener una conducta rebelde y retraía como un escudo de protección.
Muchas personas leían su expediente y se asustaban.
La conducta de Andrew no era diferente, Dominique destacó que al principio fue difícil, se quedaba en su habitación y gritaba si alguien intentaba acercársele. Los Gills no estaban dispuestos a renunciar, sabían que el niño estaba pasando por una difícil situación y querían ayudarlo.
No fue sino hasta que Andrew encontró una conexión con Joc, el hijo de los Gills, que las cosas comenzaron a cambiar. Descubrieron que ambos eran amante de los vídeo juegos, lo que permitió el inicio de una gran amistad.
Andrew está feliz de tener un hermano que también sea su mejor amigo.
El tiempo pasó y la conducta de Andrew cambió por completo, los niños estaban más unidos y los Gills feliz de haber podido ser parte de la transformación.
Si bien, al principio le habían ofrecido un hogar temporal terminaron por adoptarlo y hacerlo legalmente un miembro más de la familia.
“Nuestra objetivo era ayudarlo hasta que encontrara un hogar para siempre, pero después de que la segunda adopción fallara, me di cuenta que Dios puso a Andrew en nuestras vidas por una razón. Dios se aseguró de que la adopción no funcionara para poder regresar con nosotros”.
Hoy día Andrew sabe lo que es crecer en un hogar y disfrutar del verdadero amor de una familia. Para los Gills el amor no tiene color ni límites. Gracias por ofrecerle felicidad a un niño, que sin duda, agradece tenerlos en su vida.
Esta historia nos recuerda que el amor puede transformar hasta el corazón más duro. Compártela y apostemos por un mundo donde todos seamos aceptados y amados.