Transformar ropa vieja que no es apta para ser utilizada en ladrillos parece un proyecto ambicioso, pero Clarisse Merlet pudo ejecutarlo con mucho éxito.
Según las problemáticas ambientales, resulta urgente cambiar nuestra forma de pensar y de actuar para poder modificar el destino al que estamos llevando al planeta. Cambios al reciclar o transformar materiales de uso diario como la ropa en energía o materiales orgánicos de construcción, podrían evitar que la crisis ecológica que atente contra la humanidad.
Los problemas ambientales relacionados al desarrollo económico y social están siendo, desde hace algunas décadas, tomados cada vez más en cuenta. Hasta el momento, las soluciones han venido de la mano de cambios tecnológicos. Tal es el caso de un nuevo emprendimiento de Clarisse Merlet, en Francia.
Se trata de una joven líder en la empresa gala FabRICK, quien hoy en día es la pionera encargada de reciclar los restos textiles de toneladas de prendas que luego convierte, cual si fuera un proceso alquímico, en ladrillos con funciones térmicas y acústicas que los blindan contra el fuego.
Esto es un procedimiento inédito en el ámbito textil, ya que muy rara vez se le da a la ropa un uso ecológico. Por datos emanados de las autoridades sanitarias francesas, se sabe que, en el país se recogen aproximadamente 4 millones de toneladas al año, que van a parar a los vertederos sin más.
Consciente de esta situación, Clarisse Merlet se propuso ayudar a revertir este fenómeno, enterada como estaba de la gran cantidad de desperdicios que genera el sector de la construcción convencional. Y es que, la verdad es preocupante, ya que, no son pocos.
Así fue como la joven comenzó a utilizar los recursos que produce la construcción, pero valiéndose de desechos textiles. De esta manera nace FabBRICK, empresa Merlet dedicada a la fabricación de bloques decorativos y aislantes, a partir de la ropa vieja.
En abril de 2019, se comenzó con una campaña profondos que tuvo una gran aceptación entre los seguidores de la innovadora idea de Clarisse. La cifra obtenida fue de aproximadamente unos 10 mil euros (casi 12 mil dólares estadounidenses), los cuales se utilizaron en una máquina para hacer ladrillos.
Pero, ¿Cómo se obtiene cada ladrillo de una pila de ropa usada? Muy sencillo. Primero se escoge el color de los textiles, sobre todo, los de tela de algodón por ser la mejor en lo que se refiere al aislamiento del calor y del ruido.
Tras este procedimiento, se colocan en una balanza los textiles para asegurar que cada ladrillo pese lo mismo. Posteriormente, se mezcla con un pegamento orgánico, de tipo ecológico, hecho a base de ingredientes no contaminantes. De esta manera, se obtiene una composición resistente al agua y al fuego.
“La máquina funciona de maravilla. Lo mejor es que no requiere estar conectada a la corriente eléctrica, pues es de uso manual y mecánico. Cada ladrillo que se produce necesita una cantidad de tela, que equivale a dos o tres camisetas de tamaño promedio”, señaló Clarisse Merlet.
Después de que sale de la máquina, el bloque es extraído y puesto a secar de manera natural durante dos semanas. Se pueden aprovechar en la fabricación de muebles, mesas y lámparas.
Según cuenta la propia Clarisse, a día de hoy, desde finales de 2018, fecha cuando comenzó con su empresa, ya se han fabricado más de 40 mil ladrillos, lo que equivale a 12 toneladas de ropa reciclada.
“Y la fama de esta iniciativa sigue en aumento”, añadió la joven francesa sobre su emprendimiento.
Los logros artesanales de la empresa FabRICK se pueden apreciar, por ejemplo, en el centro comercial parisino Galeries Lafayette. También, Vinci Construcción impulsa esta práctica de convertir sus propios uniformes desgastados en taburetes o lámparas. Sin duda, una propuesta ambiental sumamente novedosa.
Los proyectos como este deberían ser replicados en todo el mundo y nos motivan a poner un granito de arena haciendo pequeños cambios en nuestros hábitos para vivir de manera más sostenible.