Separarse de un amigo es algo muy duro. Un cachorro siguió hasta la tumba a quien la muerte le arrancara de sus días pasados y tan felices juntos.
El día cuando falleció Leonardo, todo el cielo de una ciudad en Italia se oscureció para el perrito llamado Fulmine, al igual que su corazón. Estaba inquieto y triste.
El cachorro amó con locura a Leonardo
Por espacio de 7 años de gratos recuerdos, este cachorro acompañó a su mejor amigo humano. Entonces, ¿por qué no iba a hacerlo hasta la tumba de su amado Leonardo?
Angustiado y perdido entre las sombras de la incertidumbre de no saber qué era lo que había sucedido, el perro se dispuso a emprender un camino desconocido.
Un buen día, al visitar a Leonardo en el cementerio, la familia encontró al cachorro tumbado al lado de la tumba.
Cuál fue su travesía de pesadumbre hasta llegar a darle su último adiós a su amigo, es aún un completo enigma. El cachorro jamás había hoyado aquel honroso camposanto.
Sin embargo, lo cierto fue pudo llegar a despedirse de Leonardo, lo que nos demuestra una vez más de lo que se trata el amor. Una escena que nos da la medida del tamaño que puede llegar a tener el vínculo de amistad entre una persona y su adorada mascota, y esta con ella en reciprocidad.
No ha podido olvidar a su humano
La historia fue recogida y difundida por varios medios de comunicación de todas partes del mundo.
Realmente se trata de una llena de amor y compromiso que agradecemos, ya que nos regala una lección gratis de que la lealtad es un valor inestimable, que incluso trasciende a la propia muerte.
“En Italia, un perrito nos enseña que el compromiso de cuidar a su amo va más allá incluso de la misma muerte”, informó la periodista Sara Sechi, a través de uno de los tabloides informativos.
Fue un evento muy doloroso para este amable y amoroso peludo. Su vida junto a Leonardo fue sencillamente espectacular. Fulmine se había convertido en una verdadera esponja que absorbía los estados de ánimo de su padre.
Tampoco había un sitio en su ciudad al cual no acudieran juntos. Sin Fulmine, Leonardo no existía, ahora, sin Leonardo, la tristeza comenzó a hundir al cachorro en un abismo sin salida.
Tristemente, Leonardo enfermó repentinamente. Comenzó a padecer de una dolencia que lo mantuvo en el campo de fuego, batallando como un valiente.
Sin embargo, no logró superar los síntomas en el hospital y se fue de este plano, con rumbo hacia la eternidad.
Fueron una hermosa familia
Siempre que llegaba el antiguo vehículo de Leonardo, el cachorro quien pudo ser capaz de llegar hasta la tumba de su mejor amigo, salía a saludarlo.
Tal vez, en su halo de inocencia, Fulmine albergara la esperanza de la resurrección de su ser querido.
El luto se apoderó del pobre cachorro y su mirada se apagaba al ver que Leonardo ya no regresaría jamás. Si hubiese habido una forma de contárselo, pero era imposible hacerlo.
“Cada vez que llegaba el auto a casa, Fulmine corría para ver si era Leonardo, así como si sonaba el timbre de la puerta. Verlo en ese estado era un dolor muy fuerte para todos en la familia”, dijo la hija del fallecido.
Desde ese día fatal para Fulmine, el cachorro sale sin falta todos los días a recorrer el camino hasta el cementerio. Llega y se acurruca tiernamente junto al sitio donde reposan los restos de quien fuera su cómplice, su maestro, su mejor amigo y compañero de vida.
Una vez que el cielo nocturno cubre la ciudad italiana con su manto, el increíble perrito emprende el camino de vuelta a casa.
Es evidente que, aún no ha logrado borrar el dolor que siente en su alma. Con el amor de la familia de su papá humano está tratando de superar la pérdida.
Todos hemos vivido un duelo y sabemos que, superarlo lleva un tiempo indefinido. Sin embargo, el de nuestra historia es único. Se trata de la demostración de que el verdadero amor no termina, ni siquiera después de la vida misma.