Somos seres emocionales, sentimos y experimentamos un sinfín de emociones tanto positivas como negativas: amor, tristeza, felicidad, enojo, frustración,… algunas las podemos controlar pero algunas otras nos resultan más complicadas, incluso a veces no las comprendemos. Nuestras emociones son el resultado de respuestas y secreciones químicas en nuestros cuerpos, nuestros cuerpos son finas y eficientes máquinas que trabajan tan rápido que en cuestión de microsegundos tenemos respuestas emocionales a estímulos externos. 
Algunas de estas hormonas causan respuestas positivas como las llamadas hormonas de la felicidad: La oxcitocina serotonina, dopamina, endorfina, etc. Algunas nos causan reacciones negativas, como el cortisol o melatonina. Todas las hormonas que nuestro cuerpo produce son necesarias e importantes y desempeñan un papel crucial en la supervivencia y bienestar del día a día. Sin embargo, los pensamientos y emociones negativas pueden tener un impacto muy importante en nuestra salud física y emocional cuando son persistentes y duraderas. 
Tú tienes el poder sobre tus emociones y sentimientos
Definimos las emociones como positivas o negativas. El como juzgamos y definimos una experiencia tiene que ver con muchos elementos: nuestra cultura, nuestra historia, nuestra educación. Al experimentar distintas experiencias de nosotros depende el sentido que tiene, de nosotros depende si será una experiencia positiva o negativa… Bien dice el refrán: «todo depende del cristal con el que se mire»
Una vez dicho esto, podemos comprender que cualquier experiencia que tengamos en nuestra vida realmente no tiene ningún valor positivo o negativo; somos nosotros mismos quienes tenemos la capacidad de decidir sobre dicha experiencia y como va a afectarnos, podemos permitir que sea una vivencia dolorosa, molesta, terrible, agotadora, frustrante o hacerla alegre, feliz, de aprendizaje… Si bien a veces no es posible sobreponerse, podemos aprender a manejar la forma en la que aborbemos las experiencias de la vida. 
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Aprende a escuchar a tu cuerpo
Otro elemento que es importante comprender es que nuestra mente y nuestro cuerpo tienen una conexión innata muy fuerte. Tan fuerte que cuando tu cuerpo enferma, tu mente también padece y viceversa. Todas las emociones y pensamientos que tenemos día a día afectan de manera importante tu bienestar físico. ¿Alguna vez has notado que cuando estás triste o desganad@ también te sientes físicamente cansad@? Y por el contrario, cuando te sientes feliz tienes tanta energía que deseas correr, brincar, bailar, cantar…
Se dice que nuestras células tienen memoria y las cosas que nos suceden día a día son mera energía, en nuestro cuerpo tenemos memoria de las cosas que nos suceden.
Aunque suene difícil de creer, se ha comprobado que algunos malestares y dolores físicos están directamente relacionados a emociones que experimentamos y que guardamos en nuestro interior. Sólo es cuestión de aprender a escuchar a nuestro cuerpo, aprender a lidiar y trabajar con nuestros sentimientos.
Es común enfermarse seguido, sentir dolor de espalda, de cuello, de hombros, pero ninguna terapia física va a ayudar tanto como el bajar un poco la velocidad, sentarse a reflexionar y resolver los asuntos emocionales que traemos cargando. 
Escoge sabiamente tus batallas
Todos debemos enfrentarnos a experiencias buenas y amargas cada día, nadie está exento. Pero como ya mencionamos, depende de cada uno el enfoque con el que recibimos dichas experiencias, el poder de decisión es tuyo y de nadie más, decide sabiamente.
En el libro de Davis Suzuki se menciona que «las expresiones verbales de ira, enojo, odio, molestia y celos contienen suficientes toxinas para matar en una hora a 80 conejillos de indias» ¿Ahora entiendes el impacto que tienen sobre tu cuerpo las emociones negativas? :/
¡Reprimir emociones es igual de dañino! La mejor forma de procesar emociones es analizarlas con calma, desde un punto de amplio y con criterio, elige no gastar tus energías en cosas que sólo te desgastarán, a veces es mejor elegir tus batallas. Trata de aprender algo nuevo de cada experiencia, quédate con el aprendizaje y deja ir todo aquello que te daña. Olvida el dolor, el sufrimiento y la vergüenza. Atesora los buenos momentos y aprende de cada vivencia. 
Puede parecer difícil al principio aprender a lidiar y procesar nuestras emociones, es como un entrenamiento físico, con el tiempo y la práctica lo harás mejor. Recuerda que tú tienes el poder de decidir como te afectan las emociones que experimentas, decide correctamente y cuida tu cuerpo y tu mente.
Comparte esta importante información con otros, la salud emocional es tan importante como la salud física 😉