Muchos de nosotros de seguro hemos soñado de niños con ser astronautas. La idea de ver a la Tierra desde el espacio, pisar la luna o conocer nuevos planetas en el futuro, es un viaje imaginario que a muchas personas seduce, sin contemplar lo que realmente ocurre con el cuerpo humano cuando está sometido a la fuerza antigravitacional.
Un buen ejemplo de este sorprendente cambio es el astronauta A.J. Drew Feustel, un hombre que trabajó en la Estación Espacial Internacional por 197 días y que regresó a la tierra luego de su incursión a finales del año pasado.
Feustel tiene 56 años de edad y, como si se tratara de un niño pequeño, actualmente se encuentra en rehabilitación para aprender a caminar de nuevo. Durante más de seis meses estuvo “literalmente” flotando en la Estación, movilizándose sin inconvenientes, haciendo un uso casi nulo de sus piernas.
El astronauta, junto a otras dos personas, forma parte de la tripulación del Soyuz MS-09, y reconoce que el regreso a la Tierra conlleva enormes alegrías, en especial por el reencuentro con la familia, pero también requiere de una adaptación física muy dura.