Cuesta creer que en el mundo moderno de hoy aun existan lugares en los que las mujeres no gozan de los derechos básicos de cualquier ser humano, un trágico ejemplo de esto ha sido la historia de Aesha Mohammadzai, la cual se hizo famosa después de que en el 2010 la revista Times compartiera las terribles experiencias por las que Aesha tuvo que pasar antes de poder recuperar su vida normal y cómo dichas experiencias le dejaron marcas físicas y psicológicas.
Casada a la tierna edad de 13 años, Aesha sufría de fuertes abusos, no solo por parte de su esposo quien la agredía sexual, verbal y físicamente sino también por parte de la familia del mismo, quienes estaban totalmente de acuerdo con la disciplina que el hombre le impartía constantemente, llegando incluso a hacerla dormir en los establos, siendo tratada peor que una bestia de arado y amenazada con violencia si se atrevía a quejarse.
Desesperada por escapar, la joven no dudó en tomar la más mínima oportunidad para poder alejarse de su esposo, cosa que resultó un terrible error ya que fue capturada por la policía, quienes considerando el intento de fuga como una falta de respeto hacia su esposo la devolvieron rápidamente a su casa para que así el soldado pudiese propinarle el castigo que tales actos de deshonra ameritaban.
Dicho castigo consistió en llevarla hacia las montañas de Afganistán donde su esposo, suegro y otros tres parientes más mutilaron su cara, despojándola totalmente de su nariz y orejas, posteriormente la dejaron abandonada para que muriese por pérdida de sangre.
En una entrevista, Aesha rememora que al despertar, no podía ver debido a la cantidad de sangre que cubría su rostro; sin embargo, fue capaz de arrastrarse a la casa de sus abuelos, donde su padre pudo llevarla a una unidad médica americana para que sus heridas pudieran ser tratadas.
Después fue trasladada de contrabando a un refugio en Kabul, desde donde voló a los Estados Unidos gracias a la fundación Grossman Burn para vivir con una familia anfitriona mientras que sus heridas sanaban.
Su padre intentó anular el matrimonio sin éxito pues las leyes son bastante claras: como ella fue dada como pago para exonerar un crimen militar, el padre de Aesha habría renunciado a todos sus derechos sobre ella.
La joven no presenta ningún deseo de continuar siguiendo órdenes de una sociedad patriarcal y ha declarado en diversas ocasiones que espera poder hacerse un futuro por sus propios medios.
Esperemos que poco a poco pueda ir sanando las heridas psicológicas que le causaron esos monstruos y que logre forjarse un futuro brillante.
Las mujeres no pueden seguir sufriendo de tal manera, difunde esta noticia y alza la voz contra estos repudiables actos de maltrato.