No hay nada más reconfortante que ver los frutos del trabajo propio, especialmente cuando el esfuerzo se hace para cumplir un sueño. Tal como hizo un ejemplar adolescente, llamado, Raúl Sá, de Jundiaí, Brasil, quien trabajó durante un año para reunir los 1.500 dólares que necesitaba para comprar un instrumento musical.
Hace un año, Raúl, de 13 años, tuvo una gran idea: comprarse un piano. Para conseguir el dinero que necesitaba eligió un camino diferente y comenzó a vender panes caseros que él mismo elabora en su casa.
El gusto por la música llegó desde pequeño, influenciado por sus padres. Con el tiempo, el adolescente comenzó a tomar lecciones de teclado, pero cuando vio un piano en la escuela se enamoró y decidió que tendría su propio instrumento.
La receta del pan se la enseñó su madre, Meriele, y desde entonces, Raúl ha perfeccionado las técnicas e incluso ha comenzado a enseñarle a su hermano menor.
«Nunca me había interesado la cocina, pero mi madre me animó mucho y acabó por gustarme», dice el joven.
En un principio, las ventas eran para familiares y amigos cercanos pero, un tiempo después, Raúl vio que necesitaba ir más allá y decidió crear una cuenta de Instagram para dar a conocer su trabajo.
Fue en ese momento que más personas se interesaron en su trabajo y se pusieron en contacto con él para comprar su pan. Tuvo muchos pedidos y, tras casi un año de dedicación, logró recolectar la cantidad necesaria para comprar el piano de sus sueños.
«Fue un sentimiento de alegría, mezclado con alivio y orgullo por mí mismo. Es gratificante ver que todo mi esfuerzo de un año ha dado sus frutos», afirma el chico.
Pero no siempre fue fácil. Raúl pensó en dejar el negocio después de que comenzara la pandemia de coronavirus, puesto que la mayoría de sus clientes eran de su escuela o tomaba los pedidos allí.
Con la pandemia perdió muchas ventas y llegó a creer que nunca podría juntar el dinero.
Sin embargo, la fuerza de voluntad y la fe no dejaron que Raúl se rindiera. El objetivo era poder comprar el instrumento en septiembre, tras completar un año de ventas.
“Recé mucho para saber qué hacer. Hasta que un día mi padre trajo unos amigos a casa, probaron mi pan y les encantó. Todos lo compraron. Fue entonces cuando comencé a sentirme nuevamente inspirado”, declaró Raúl.
Ahora, con el objetivo cumplido, Raúl tiene la intención de seguir con las ventas, ya que encontró algo que le gusta hacer y es una forma de obtener su propio dinero para comprar regalos a su familia, o para él mismo.
Enhorabuena por este joven emprendedor que nos demuestra que siempre se pueden alcanzar todos los sueños, cuando se está dispuesto a trabajar por ellos.
Es un gran ejemplo a seguir