Emprender en un nuevo negocio no es algo sencillo, pero cuando se cuenta con las ganas y la solidaridad de personas que te motiven a dar ese pequeño gran paso puede resultar en una de las mejores aventuras.
Esto es precisamente lo que le ha sucedido a un joven en Brasil que este año decidió lanzarse al agua con un modesto puesto de comida rápida, después de que sus compañeros lo alentaran a sacarle provecho a sus cualidades culinarias.
El chico de 17 años abrió un puesto de brochetas callejeras por insistencia de algunos conocidos.
Al parecer, Christopher, el protagonista de esta bella historia de emprendimiento y amistad, es bastante bueno con los aderezos y pese a ser menor de edad sus cercanos veían en él el perfil de un cocinero exitoso.
Como todo gran proyecto, Christopher entro en este comercio por la puerta pequeña pero con pie firma y la primera noche en que iba a vender su producto decidió hacerlo con sus allegados para que ellos juzgaran el concepto de su platillo.
No obstante, sus amigos que creen realmente en él, le animaron a lanzarse de una vez a las aguas del mercado y abrir su negocio en la calle.
Lo que este chico no imaginó es que esa calle del barrio de Boqueirão, en Curitiba, en la cual vendería sus productos sería el escenario de un bello gesto de solidaridad.
«Les dije a mis amigos que iba a cocinar el viernes y hoy todo estaba listo, pero que iba a hacer una prueba de horneado para que mi familia viera si todo estaba bien, dijeron: ‘abre hoy frente a su casa, todos iremos, haz la prueba con nosotros’”
Al instalar la pequeña parrillera en la calle y montar el toldo, el chico estaba emocionado pero no pasó mucho tiempo para darse cuenta que quizás lo habían alentado demasiado y el asunto no saldría como él esperaba.
La noche transcurría y nadie aparecía por el lugar, el joven no había hecho publicidad debido a lo improvisado que había resultado el asunto. Pero de la nada, unos amigos aparecieron en el lugar para convertirse en sus primeros clientes y lo acompañaron hasta que terminó la jornada.
Aunque la noche no fue muy movida, a este joven le quedó claro que la amistad había sido su mejor recompensa.
«Les ofrecí a todos, pero mis amigos me compraron, tengo amigos que me animan a crecer, sólo puedo agradecer a Dios y mañana vendrán muchos amigos más», celebró Chrystofer.
El joven compartió la historia en Twitter y de inmediato se hizo viral, más de 61.000 usuarios quedaron conmovidos con tan bello gesto de solidaridad y sirvió para recordar el valor de la amistad.
Esperamos que Chrystofer no sólo valore a las personas que están a su lado, sino que su puesto se haya hecho tan popular como su anécdota.
Definitivamente quien ha encontrado un amigo ha encontrado un tesoro, comparte esta historia y recuérdales a tus conocidos la importancia de cultivar la amistad con las personas correctas ¡Felicidades Chrystofer!