Cada día nos damos más cuenta de que, cuando el verdadero amor llega, lo hace para quedarse para siempre sin importar cómo, cuándo ni por qué, pero, menos aún, sin importar la edad que se tenga.
Y si no que se lo pregunten a Branca, de 96 años, o a Marcelino, de 100, quienes el pasado 29 de febrero celebraron otro año bisiesto de la mejor manera: uniendo sus vidas en un matrimonio celebrado en el hogar para ancianos donde se conocieron.
La celebración se realizó en Campinas, Sao Paulo, Brasil, poco después del cumpleaños número cien de este ingeniero retirado y enamorado como un adolescente de su tierna compañera.
“¡Amor puro!”, dijo una hija de Marcelino mientras se deshacía captando a la pareja en imágenes.
Branca y Marcelino
La hermosa relación comenzó hace unos dos años, cuando el anciano llegó al hogar de reposo donde se encontraba su dama. Al cruzar el umbral de la puerta y encontrarse con sus ojos, Marcelino supo de inmediato lo que es sentir el flechazo dulce e inmisericorde de Cupido. Fue, sencillamente, amor a primera vista.
En el caso de ella, romántica como lo fue desde su juventud, no le faltan razones para lanzarse al agua junto a su amado.
“¡Me gusta todo! ¡Todo! Él es un amor, un dulce”, dice Branca sonriente y feliz.
Marcelino se ganó la admiración de sus colegas y de toda la comunidad por sus servicios a la ingeniería, pero al cumplir un siglo, y después de conocer al amor de su vida decidió dar el paso definitivo pidiéndole que se casara con él.
Durante la ceremonia, la voz del novio se quebró debido a la gripe, pero, su rostro iluminado por el amor y sus sentidas palabras, no dejaron lugar a dudas de que había ocurrido un milagro centenario y rejuvenecedor: el milagro del amor absoluto.
La mujer sale de su habitación para encontrarse con su príncipe, para hablar con él, para darle los buenos días con un beso y, si por accidente le quita la manta, con ternura lo vuelve a cubrir y a besar, así como enderezará también su almohada de sueños, siempre velando por su dulce consorte.
Los detalles y las declaraciones de amor son constantes. Besos a cada momento iluminan, no solo a la pareja, si no a todos en el ancianato, pacientes, médicos, enfermeras, a todos por igual.
Antes del gran día, Branca estaba muy nerviosa. Se decía, con miedo: “¿y si se rinde?, ¿y si todo fuese tan solo una vana ilusión?”. ¡Y él pensaba lo mismo!
La unión de esta feliz pareja fue un acto conmovedor
Al final, los dos coincidieron en una unión indestructible que se selló en el mismo espacio donde se conocieron, pero esta vez decorado y con derecho a una buena dosis de pastel, muchas flores y las tradicionales arras de matrimonio.
Da gusto ver cada día sus manos entrelazadas, se vuelve a creer en que el verdadero amor existe y que, a pesar de haberlo encontrado al final de sus vidas y en un lugar de retiro, realmente es un comienzo, un segundo respiro, una nueva ilusión para siempre.
La verdad es que no hay por qué tenerle miedo a una relación por la edad que se pueda tener. Definitivamente, es mejor dejarse llevar y guiar por el corazón.
No olvides que el amor no tiene edad. Solo pensarlo es una forma de limitarlo y no dejar que fluya en su máxima expresión. Es ponerle condiciones, incluso antes de que aparezca. Comparte esta bella historia.