J.A.V.V. es el abuelo de 79 años que reside en el barrio de O Calvario, en Vigo, España; y su fama se ha extendido en su comunidad, no precisamente por la ternura y bondad que desprende todo anciano.
El abuelo tiene una particular afición y con navaja en mano ha sido sorprendido cientos de veces en medio de los actos más vandálicos que puede horrorizar a cualquier vecino: raya coches, pincha ruedas y estropea cerraduras.
Durante el 2018, 1200 autos rayados fueron reportados y en lo que va de este año, 120 ya han sido denunciados.
Después de que su fama de «rayador de coches» se hubiera extendido por todo el barrio, sin poder conseguir remediarlo de ninguna manera, los vecinos se dedicaron a colocar carteles para advertir a los demás de que se cuidaran mucho de este sujeto.
Hasta que fue descubierto infraganti por los medios, y sorprendió a todos con la explicación que dio a su proceder.
“Estoy mal. Me operaron y me dejaron mal. Estoy mal de la cabeza. Me picaron la ciática hasta la cabeza que ya no sé por dónde ando», explica el hombre diciendo que sus males provienen tras una operación de várices.
Sin embargo, tras haber sido detenido en más de 12 ocasiones, fue sometido a las pruebas pertinentes y el juzgado asegura que no padece de ninguna anomalía psíquica que sea suficiente como para ingresarlo.
Cuando lo han increpado reporteros sobre por qué actúa así, él se desentiende y dice no acordarse.
Pero eso sí, cuando le preguntan cómo lo hace, no duda en sacar una moneda del bolsillo e indica cómo procede a rayar todo coche que se le pase por delante. Y cuando le hacen reflexionar sobre si se da cuenta que está mal lo que hace, él responde que sí y sin más se va.
La Policía de Vigo, por su parte, recibe semanalmente denuncias del vandalismo de este hombre, pero nada pueden hacer. Lo detienen, él promete que no lo volverá a hacer, y lo dejan libre otra vez.
Los agentes no hacen más que cuando lo ven con las manos en la masa, llamarle la atención, con la esperanza de que recapacite.«¡No se puede ser tan malo!… ¡Sin vergüenza!», son algunos de los insultos que recibe a diario el anciano, pero no logran que nada cambie.
“A mí me supuso 1.800 euros la reparación, porque me lo rayó todo”, cuenta un vecino. Otro relata que su auto nuevo recién salido del concesionario también se lo rayó.
En el barrio O Calvario sufren y nunca mejor dicho, el calvario de aguantar al casi octogenario, y no hacen más que seguir colgando carteles en las calles.
Sin contar la molestia de todas las cerraduras de autos y de portales dañadas porque mete palillos por donde más puede.
Todos los daños causados por el anciano ascenderían a medio millón de euros.
Pero además de no recibir ninguna sanción legal, el anciano utiliza la fuerza para atemorizar a sus vecinos. Y todo aquel que se le acerque, a punta de bastonazos o paraguazos, sale despavorido.