Actualmente existen múltiples y variados tratamientos de belleza para perfeccionar cualquier área de nuestro cuerpo.
Es por ello, que cada vez que se hace tendencia algún método para corregir ese aspecto con la que no nos sentimos cómodas, son muchas las mujeres que se atreven a experimentar con la ilusión de tener el mejor de los resultados.
Uno de esos tratamientos de belleza es el microblanding, una técnica de maquillaje semipermanente cuyo objetivo es corregir o reconstruir la ceja, para ello realizan vellos de forma artificial pero dando una ilusión completamente natural.
Este efecto puede durar entre 18 y 24 meses en pieles normales y entre 12 y 16 meses en pieles grasas.
Esta técnica nació en Asia, su propósito es que la ceja luzca natural sin necesidad de maquillarla a diario.
La técnica se realiza de manera manual en la capa epidermis de la piel, con una pluma especial ofreciendo una rápida cicatrización y la oportunidad de tener unas cejas bellas, pobladas y definidas, sin maquillarlas diariamente.
Sin embargo, se debe tener mucho cuidado a la hora de decidir a dónde y con quién ir para que realicen el tratamiento, lamentablemente, hay muchas personas poco profesionales que juegan con la ilusión de sus clientes y solo quieren el dinero sin importarles el resultado.
El incidente ocurrió en Ciudad Juárez, Chihuahua-México.
Esta es la historia de Teresita Cruz, una mujer que acudió a las redes para denunciar a dos tatuadores que habían pintado las cejas de su madre. La mujer compartió el resultado de los supuestos profesionales dejando evidencia del pésimo trabajo.
Es notoria no solo la falta de prolijidad sino de simetría, las cejas no estaban bien pintadas y como si fuera poco quedó con la piel completamente irritada. Teresita, la hija de la mujer afectada comentó:
“Trucha con estos marranos. Si no saben hacer su trabajo, ¿para qué lo hacen? Dicen ser profesionales y miren lo que hicieron, y todavía le dicen que fue culpa de ella y que no le regresaran el dinero”.
Los responsables de este crimen estético son Bianca Soto y Fernando Espinoza, quienes se deslindaron de cualquier responsabilidad.
Ellos alegan que la única culpable es la mujer por someterse a un tratamiento aun sabiendo que tiene la piel maltratada. Usando este argumento los tatuadores evadieron sus cargos y siguen prestando su “servicio”.
Afortunadamente, la historia no tardó en virilizarse y Teresita recibió todo el apoyo que necesitaba, aunque las cejas de su madre quedaron en muy mal estado y pasará algún tiempo antes someterse a un nuevo tratamiento con verdaderos expertos, al menos los dos tatuadores quedaron con muy mala reputación.
Las malas experiencias de algunos pueden servir de advertencia para todas aquellas personas que desean realizarse algún tratamiento estético.
Es necesario pensarlo bien y siempre buscar las mejores opciones para realizar un trabajo tan delicado. ¡No te vayas sin compartir este caso en tus redes!