Cuando pensamos en vacaciones lo primero que nos viene a la mente es vivir una experiencia alegre e inolvidable, y más cuando se escoge un lugar avalado por 5 estrellas. Sin embargo, no siempre es así.
Amy Stone una encantadora, enérgica y joven británica, quien tendría un futuro atlético por delante como corredora de maratones sufrió en el 2015 un inesperado accidente mientras buceaba. Este accidente que casi le costó la vida la dejó incapacitada para hacer lo que más le gustaba “correr”.
Amy se encontraba en el cuarto mes de un viaje de seis meses de vacaciones junto con su novio, Richard, disfrutando de las actividades promovidas por la Asociación Profesional de Instructores de Buceo (por sus siglas en inglés, PADI) en el resort 5 estrellas Oceans Five Dive Resort, ubicado en la isla paradisíaca de Gili Air en Indonesia.
Esta joven mujer quedó paralizada de la cadera para abajo tras salir de la inmersión con el que le ocasionó el síndrome de descompresión. Ella alega que no recibió la atención medica necesaria por parte de los instructores.
Los instructores no me proporcionaron los primeros auxilios necesarios. No se percataron de las señales del síndrome”.
Una situación para la cual los instructores deben de estar preparados, especialmente en un resort dedicado a actividades de buceo y certificado por la Asociación Profesional de Instructores de Buceo. Por ello Amy presentó una demanda al Oceans Five Resort por 56.340 euros.
Al salir a la superficie lo primero que sintió Amy fue su vista totalmente nublada y una fuerte jaqueca.
En ese momento los instructores la examinaron y le administraron solo oxígeno. Descartaron la posibilidad de presentar el síndrome de descomprensión por considerar que la práctica de buceo se había realizado a poca profundidad.
Contra toda indicación los instructores le dieron autorización de volver a bucear después de dos días de descanso. Afirmando que solo era un sobresalto y que no había necesidad de ir a un hospital.
Pero los problemas de Amy apenas comenzaban, al regresar al resort sintió como su brazo se retorcía y paralizaba, perdiendo luego la sensibilidad en las piernas.
Después de unas horas de preocupación y ninguna mejora Amy y su novio Richard tomaron un taxi y se dirigieron al hospital, dónde efectivamente le diagnosticaron el síndrome de descompresión.
Su travesía no culmina ahí ya que de él hospital la enviaron a una instalación a 45 minutos de distancia donde la introdujeron en una cámara de descompresión en la cual estuvo por unas siete horas encerrada… ¡Una completa pesadilla!
El síndrome de descompresión un trastorno en el cual el nitrógeno, disuelto en la sangre y tejidos debido a la alta presión, formando burbujas cuando la presión disminuye.
Esto es algo que puede sucederles incluso a buzos expertos.
Dos años después de ese lamentable día y tras varios meses de tratamiento físico Amy sigue padeciendo de daños en los nervios y en su vejiga, así como fatiga muscular y fuertes dolores. Tristemente no ha recuperado la sensibilidad en las piernas, pero gracias a su determinación ha logrado dar pequeños pasos y sigue progresando.
Debido al daño su vejiga se ha visto obligada a utilizar un catéter, en muchos casos evacua sin percatarse siendo una situación muy incómoda para Amy.
Oceans Five Resort no quiso dar declaraciones respecto a las afirmaciones de Amy, debido a que es un caso en curso. Pero aseguraron que la información que manejan acerca de los hechos es muy distinta a presentada por Amy. El caso lo están manejando los abogados de ambas partes.
Lo que Amy anhelaba era recordar ese viaje como el mejor de su vida, pero pudo haber sido el último. Comparte con tus amigos está historia, es una información muy importante de conocer.