Un niño que nació sin brazos ni piernas está tocando hasta el corazón más duro. Existen relatos que nos golpean fuertemente, historias de padres y niños y luchadores, que sin saber por qué, vienen al mundo con grandes limitaciones físicas o mentales, y que se convierten en grandes pruebas de fe, pero que al mismo tiempo nos dejan una gran lección de superación. Pero esta no es una historia cualquiera…
El niño que nació sin brazos ni piernas, no se rinde y vive sin agachar su cabecita
Ángel Gabriel Mallqui Amau es un niño de 8 años de edad, que vive en Cuzco, Perú, junto a sus padres y sus 4 hermanos. Sus padres, Hermelinda, quien trabaja en un vivero, y Claudio, que se gana el pan como taxista, han vivido la más amarga experiencia, pero al mismo tiempo, la que no cambiarían por nada en el mundo.
La madre tenía ya 3 hijos con una pareja anterior, hasta que decidieron con su actual marido tener un bebé.
Su embarazo fue de lo más normal, pero en el momento del parto los médicos, al ver que el bebé no estaba en la posición correcta, se dieron cuenta de que no tenía pies. Finalmente le dieron la peor de las noticias:
“Tu hijo viene con una malformación, no tiene brazos, ni piernas”.
Hermelinda no puede dejar de romper a llorar cada vez que recuerda ese amargo momento, en el que vio que su bebé era un bulto, que «no tenía nada», pero lo que no sabía era que después con esa tierna mirada, y esa eterna sonrisa, se convertiría en la bendición más grande para todos.
El padre también recuerda como una pesadilla aquel momento. Reconoce que muchas veces le reclamó a su esposa “por qué le dio un hijo así”.
Y Hermelinda, en medio de la desesperación, la situación de extrema pobreza en la que viven y el inmediato rechazo que sintió de parte de familiares y conocidos, admite que se le pasaron las peores cosas por la cabeza.
“Alguna vez pensé en hacer algo extremo para ahorrarle sufrimientos”, declaró.
Sin embargo, ahora que han pasado los años, y aunque ha supuesto una batalla totalmente difícil que enfrentar, sin recursos, pero sacando toda la fuerza que principalmente brota del profundo amor que sienten por su pequeño, Angelito es una lección de esperanza y superación. Él solo tiene los más nobles sentimientos, propios de un niño como él.
Ángel Gabriel, a pesar de todas sus limitaciones físicas, hace vida normal: va a la escuela, donde tiene las mejores calificaciones, se alimenta por sí solo, juega, se divierte, pero sobre todo tiene unos profundos deseos de superarse.
“Mi mamá me dice que nunca agache la mirada, que nunca me rinda”, dice el pequeño.
También recuerda con mucho dolor todos los rechazos que sufrió y que todavía los experimenta en la escuela, incluso de parte de sus propios profesores, pero él solo tiene buenos deseos para ellos:
“Que Dios les perdone”.
Angelito fue detectado con malformación congénita de nacimiento, que se sumó a problemas de lenguaje, por lo que después de acudir a la Iglesia Católica, en el año 2012, cuando tenía 3 años, a su madre le dijeron que podía recibir ayuda de la Clínica San Juan de Dios, en el Cuzco, donde lo pudieron hospitalizar.
Desde ese momento, inició terapias integrales que le ayudaron en la movilidad, con el lenguaje, y en lecto-escritura.
A pesar de que fue un momento muy duro para la familia, ya que tenían que separarse del pequeño entre semana, dejándolo a cargo de los especialistas, la evolución fue sorprendente.
Como resultado, empezó a asistir a la escuela vinculada al mismo centro hospitalario, donde ahora es uno de los mejores estudiantes.
Su familia ahora dice que no conciben su vida sin el pequeño, que es la fuente de alegrías y que les invita constantemente a no decaer, a luchar por sus sueños.
Sin embargo, las condiciones en las que vive siguen siendo precarias, su sueño es poder ser un gran papá y un buen taxista, como su padre.
«Hagan como yo, nunca agachen la mirada, siempre arriba, por más que sean diferentes -yo también soy diferente-, pero nunca agacho la cabeza», concluye el pequeño guerrero.
Aquí puedes ver un documental completo de su vida que deja a muchos entre lágrimas:
Una emotiva historia de superación que conmueve al mundo. Debe servirnos para que después no nos quejemos por tonterías y no demos por sentadas las mínimas cosas de la vida.