Los hijos tenemos un solo ser en nuestra vida en quien confiamos por sobre todos los demás. Sabemos que a su lado nada nos puede pasar y cuando tenemos miedo, solo sabernos cerca ya es un gran aliciente. Esos seres son nuestras madres y jamás podríamos pensar que nos pudieran hacer algún daño.
Sin embargo, la protagonista de esta historia no puede decir lo mismo. Este es el crudo testimonio de Anneke Lucas, una mujer belga, que después de años de haber superado la fuerte crisis emocional que sufrió por haber sido obligada por su madre a participar de orgías pedófilas, cuenta su horrorosa historia.
La terrible pesadilla empezó en 1969, cuando Anneke tenía 6 años de edad, y fue vendida a una red de pedófilos de élite, en Bélgica, y a su tan corta edad se convirtió en una esclava sexual, como muchas de las otras víctimas que eran traídas hacia los magnates.
Ella pudo identificar a personajes de la televisión, jefes de estado e incluso a miembros de la familia real.
Normalmente se la llevaban por todo un día o un fin de semana completo y la llegaban a violar hasta 6 horas por semana. Anneke había sido sometida a violaciones por un total de 1,700 horas y obligada a observar y ser partícipe de espectáculos sexuales que incluían atrocidades, provocando que se sintiera humillada y rota durante toda su niñez.
La primera vez fue llevada a un castillo para presenciar una orgía:
Me utilizaron para un show de sadismo y masoquismo, encadenada con un collar de perro de hierro, y me hicieron comer heces humanas”.
“Había una gran cantidad de alcohol y drogas. Los niños éramos una mercancía, la mercancía más alta y más valorada porque la utilizaban para el sexo. Ningún niño merece lo que pasé, o lo que millones de niños atraviesan todavía”.
Sin embargo, la red pedófila era todo lo que tenía Anneke. Ella se consideraba un cero a la izquierda en la escuela y en su casa nadie se preocupaba, por lo que sentía que recibía más atención en la red que en cualquier otra parte.
“Me hacía sentir bien el ser vista como un objeto perfectamente hermoso, sensual y deseado por los hombres de gran alcance con altos estándares en gustos…Esto era lo único positivo en mi vida, y me aferré a ello como mi única balsa para no ahogarme en un mar de vergüenza y de auto-odio”.
Después de 5 años de haber sido traumatizada por su madre, a los 11 años le dijeron que “ya no servía para nada más”. Lo que seguía para ella era ser asesinada. La ataron a un bloque que estaba negro por toda la sangre de otros niños que habían muerto antes que ella. Un hombre forzaba a 5 pequeños a hacerle daño. Era parte de su adoctrinamiento.
Finalmente, uno de sus abusadores sexuales la salvó de ser asesinada después de haber pactado con un político trabajar para él, a cambio de la vida de Anneke.
Después de las duras experiencias, nunca se repuso, sus días estaban marcados por las atrocidades sexuales y se dio cuenta que su vida dependía del sexo y de ser usada sexualmente sin que le importara nada.
Muchos años después, un día percibió un olor débil y específico de heces humanas, y fue asaltada por el recuerdo de la humillación extrema que había sufrido cuando era niña. Y en el acto decidió quitarse la vida porque la vergüenza era muy grande. Pero pudo reponerse a ello y después de muchas horas de terapia y trabajo personal junto a profesionales, le salvaron la vida y permitieron que 40 años después sea capaz de verbalizarlo, hablando públicamente del calvario que vivió.
Todos los supervivientes del incesto, el abuso sexual y el tráfico sexual tienen mi fuerza”.
Anneke ahora vive en Nueva York con una hija, a la que seguramente le dará todo el amor que ella nunca tuvo de pequeña. Busca crear conciencia sobre la realidad de la esclavitud y trabajo sexual infantil, si es que a algo tan denigrante se le puede llamar trabajo. Arrastra sus heridas de la niñez, en parte curadas, pero quiere advertir al mundo por lo que muchos niños todavía atraviesan en nuestros días.
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