La cuarentena impuesta por los gobiernos de todo el mundo para poder frenar los contagios de COVID-19 ha provocado crisis económica, y ha afectado sobre todo a las zonas de escasos recursos. Pero, a pesar de la situación tan difícil que estamos pasando, hay quien decide ayudar a los demás sin esperar nada a cambio, lo que abre una ventana a la esperanza en tiempos en los que el miedo y la angustia se apoderan de cada persona.
Hace unos días se hizo viral una increíble historia que nos demuestra que los actos de bondad, sin importar su tamaño, nos ayudan a superar las adversidades y cambiar la realidad. Se trata de dos extraordinarios y generosos ángeles invisibles que donaron decenas de kilos de comida a las comunidades más necesitadas.
Debido a que muchas personas perdieron sus trabajos, producto de la cuarentena y además no contaban con la ayuda de sus gobernantes, una pareja de abuelitos tuvo un gesto de caridad con sus compatriotas, y prefirieron mantenerse en el anonimato.
«Es mejor actuar sin tanto protocolo, porque sino la gente se muere de hambre”, expresó uno de abuelos.
Esta pareja de esposos campesinos originarios de Solulá, Guatemala, donó un camión repleto de sacos de cebollas, tomates, mazorcas, patatas, entre otras legumbres, las cuales fueron repartidas a las familias más necesitadas.
Un hecho que fue muy agradecido ya que, dadas las circunstancias, no tenían los recursos para llevar alimentos a sus hogares.
Ellos no quisieron ser grabados, ni quisieron revelar su identidad, pues su única intención era ayudar a las personas más necesitadas, entregando kilos de comida cultivada en sus tierras. Sin duda un gesto lleno de humildad y generosidad, que fue aplaudido por los internautas.
“Bendiciones a esas personas que tienen un poquito más y dan. Dios los bendiga, en estos momentos más críticos todos debemos apoyarnos”, escribió un internauta.
La solidaridad y la empatía de estos campesinos anónimos resulta un ejemplo de caridad y de cómo es posible afrontar las adversidades con la mejor cara. Ellos sin esperar nada a cambio regalaron los frutos de su arduo trabajo en el campo, conscientes de que hay personas que se encuentran en situaciones mucho peores que las de ellos.
Esta bellísima historia nos trae un hilo de esperanza y fe en la humanidad, no cabe duda de que siempre hay que hacer lo que esté en nuestras manos para ayudar a quien más lo necesite, más aún en estos momentos en que nos necesitamos fuertes y unidos como humanidad.
No te vayas sin compartir esta emotiva historia con todos tus amigos y recuerda que tú también puedes ayudar a hacer un mundo mejor.