Todos los días podemos apreciar gestos de solidaridad, afortunadamente hay personas que no son indiferentes ante las necesidades de los demás.
Tal como Aurelia Maricela Santiago Hernández, una mujer de 32 años que trabaja como empleada en una zapatería en la ciudad de Oaxaca, México.
Un cliente llegó a la tienda y se le acercó para preguntarle si vendían zapatos usados porque necesitaba reemplazar los suyos, que estaban rotos y muy deteriorados, pero no tenía dinero para comprar unos nuevos.
El señor se dedicaba a vender cucharas de madera artesanales, así se busca la vida para sobrevivir a su precaria situación. Aurelia se sintió conmovida y decidió ayudarlo.
Le regaló unos zapatos nuevos a aquel hombre, y una cliente que fue testigo de su noble gesto decidió registrar las escenas y difundirlas en las redes sociales.
“Yo lo hice de corazón y porque realmente el señor lo necesitaba, y quizás muchos dirán que por qué ayudarlo, pero a veces pasa uno en la calle y ve uno a quienes están pidiendo limosna ahora sí que limosna y no más estiran la mano.
El señor venía en una situación en la que estaba viendo cómo ganarse la vida. Cómo no ayudarlo si necesita unos zapatos para que pueda seguir vendiendo su mercancía”, dijo ella.
“Imagínese, verlo fue como ver a mi papá, él gracias a Dios está bien y nosotros lo queremos, lo amamos y no permitiríamos eso, me imaginé que fuera mi papá y pensé muchas cosas en ese momento”, agregó.
Ella pidió que se mantuviera oculto el costo de los zapatos que le regaló al señor, gracias a sus compañeros de trabajo pudo reducir el precio.
“Cuatro de mis compañeros y yo fuimos los que cooperamos para ayudar al señor, una de mis compañeras me dio 50 pesos; el otro 25; otro 30 y yo puse el resto”, dijo ella.
Aurelia continúa trabajando en la tienda donde comenzó a laborar hace ocho años para ayudar a sus padres. Gracias a la publicación de su noble acto que se hizo viral ha recibido numerosas muestras de apoyo y admiración.
Confesó que no quería hacer público su gesto. «Mi intención fue de todo corazón, jamás lo hice para que me felicitaran o para que hablaran de mí, lo hice porque vi en él a familiares míos y me sentí bien; después de las publicaciones se han hecho comentarios buenos o malos pero no me importa. Me siento bien porque el señor ya no estará descalzo cuando camine para vender su artesanía«, dijo Aurelia.
Un pequeño acto puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien, seguro que el anciano jamás podrá olvidar el regalo que recibió cuando más lo necesitaba. Compártelo.