Cuando se trata del embarazo, cada semana cuenta y mucho. Solo por colocar un ejemplo: durante la semana 5 el corazón y los pulmones del bebé empiezan a desarrollarse, pero ya para la semana 6 el corazón late 105 veces por minutos. Y no solo eso, ahora su nariz boca y orejas comienzan a a tomar formar. ¿Sorprendente, no te parece?
En este sentido, mientras menos tiempo esté el bebé en el vientre de su mamá, creciendo y desarrollándose como es debido, mayores serán las probabilidades de que enferme o que fallezca. Sin embargo, hay niños que llegan al mundo para desafiar todos los pronósticos médicos y tal es el caso del pequeñísimo Austin Douglas, un bebé que nació pesando la insólita cifra de 635 gramos.
Austin pesaba lo mismo que media bolsa de azúcar.
Helen, la madre de Austin, apenas contaba con 22 semanas de embarazo; es decir que aún faltaban 18 semanas para que el bebé llegase a término, cuando presentó un insoportable dolor estomacal y fuerte sangrado.
De inmediato, la aterrada mamá fue llevada al hospital, donde los doctores le explicaron que ya estaba completamente dilatada y que no había nada que pudieran hacer para detener el nacimiento del bebé.
El pequeño Austin llegó al mundo dos semanas antes del límite de tiempo concedido en Gran Bretaña para realizarse un aborto.
Ante el oscuro panorama que se presentaba, los doctores le preguntaron a Helen, de 30 años, y a su esposo Rhys, de 25, si deseaban que su bebé recibiera asistencia médica al nacer, a lo que Helen respondió: «Si nace respirando, hagan todo lo que puedan hacer».
Cuando nació, la piel de Austin era tan delgada y traslúcida que era posible ver sus órganos a través de ella.
«El personal médico lo alejó y lo puso en una incubadora a un lado de mi cama mientras lo atendían», recuerda Helen.
«Yo estaba aterrada, pero sabía que él necesitaba ser operado».
Después de su nacimiento, Austin fue trasladado a otro hospital donde recibió atención especializada por 7 semanas más. Durante ese período los doctores le advirtieron a sus padres que el pequeño podría perder la vida en cualquier minuto, pues había contraído una infección en los pulmones.
Sin embargo, Austin no estaba dispuesto a darse por vencido a estas alturas y pronto la infección también sanó.
Austin fue trasladado a un nuevo hospital y, actualmente, le está yendo muy bien ¡Enhorabuena!
Por su parte, los padres de Austin esperan poder llevarse a su bebé a casa el próximo 28 de julio, la misma fecha en la que se suponía que Helen daría a luz.
«Austin ha crecido mucho, ahora debo cargarlo con ambas manos, es más grande que la palma de la mano de mi esposo», cuenta muy feliz la orgullosa mamá, «Tenemos que tomárnoslo con mucha calma, pero yo nunca en mi vida había rezado tanto como ahora».
No cabe duda de que la dedicación y el amor de sus papás también mantienen al pequeño Austin fuerte y saludable.
Cuando el pequeño Austin nació, sus orejitas aún no se habían formado, hoy su recuperación sigue viento en popa.
«Lo amo mucho y estoy muy agradecida por toda la atención que ha recibido», exclama Helen.
Pero la historia de Austin es incluso más impresionante de lo que parece… ¡Resulta que este bebé es un milagro por partida doble! Años atrás, a su madre le dijeron que lo más probable era que no pudiese tener hijos debido a que sufría de ovarios poliquísticos. Así que este pequeño está desafiando todas las probabilidades incluso antes de nacer ¡Bien hecho, Austin!
¿Conmovido por lo pequeñito y luchador que resultó ser este hermoso bebé? ¡Comparte su historia con todos tus conocidos!