Cuando conocemos al verdadero amor de nuestra vida siempre querremos hacer lo mejor y hacerlo sentir especial, bien dicen que más allá de los regalos costosos son los pequeños detalles cargados de amor los que hacen la diferencia.
Algo que un hermoso abuelito sabe muy bien y ha practicado durante las últimas décadas, desde que decidió pasar el resto de su vida con la mujer que siempre ha amado.
Miguel iba caminando lentamente hacia la tienda.
Miguel es un abuelito de 93 años que al igual que su esposa Doris, de 94 años, aman las barras de chocolates. Suelen tener varias cajas pero recientemente se les acabaron por lo que fue necesario que Miguel saliera para poder tener en casa esta dulce tentación.
Sin embargo, en medio de esta pandemia para los abuelitos es mucho más difícil exponerse al ser considerados población vulnerable.
El abuelito estaba en la esquina San Marino Drive y el Lago San Marcos.
Cuando Miguel iba camino a la tienda fue sorprendido por Richard Farmer quien al salir de la oficina y pasar por una de las avenidas vio al anciano parado con su andador. Ante la curiosa escena Farmer detuvo el auto y le preguntó si necesitaba ayuda.
El abuelito le comentó que iba a la tienda que quedaba aproximadamente a 2 kilómetros de distancia desde donde se encontraba. Farmer al principio pensó que el abuelito estaba tratando de conseguir comida, así que decidió ayudarlo. Al respecto comenta:
Le hice subir a la acera, detuve mi auto y pasé 15 minutos limpiando las manillas, asientos, tableros, etc. con mis toallitas Clorox. Me puse mis guantes azules y mi máscara, le di un poco desinfectante para manos y nos fuimos”.
Mientras se dirigían a la tienda, Farmer y el abuelito tuvieron una cómoda conversación.
Desde luego que el hombre le preguntó a qué iba a la tienda. La respuesta del abuelito sorprendió y conmovió a Farmer.
A mi esposa y a mí nos gusta compartir una barra de chocolate Hershey’s todas las noches y se nos acabaron, así que necesito comprar 35 barras”.
Los dos hombres entraron a la tienda y compraron los cremosos chocolates, seguidamente emprendieron el camino de regreso a casa. Farmer, le dio una tarjeta al abuelito y le dijo que la próxima vez que necesitara comprar chocolates o cualquier otra cosa no dudara en llamarlo.
El tierno abuelito quedó inmensamente agradecido, le diría a su esposa que había conocido a alguien muy amable que se ofreció a ayudarlo.
Miguel regresó a casa sano y salvo y con muchos chocolates para compartir el resto de la cuarentena con su amada esposa. No dudes en ayudar algún abuelito si lo necesita. Hacer la diferencia depende de nosotros. ¡Comparte!