Durante un viaje realizado el año pasado por Largo do Cambuci, en São Paulo, Brasil, la activista María Fernanda Prado Orsini captó un momento de puro amor y amistad entre un hombre sin hogar y su perrito: estaban durmiendo juntos, calentándose el uno al otro sus cuerpos gélidos.
Sin imaginárselo, esa fotografía sería el inicio de una grandiosa que tuvo un gran impacto en la vida del mendigo.
Al día siguiente del primer encuentro, María volvió al lugar y mostró la imagen al anciano. A partir de allí surgió una linda amistad entre ellos.
Su nombre era Ivanildo, y llamaba Tullyy a su fiel escudero peludo.
María solía visitar a Ivanildo y le llevaba algo de comida para él y su amigo. Durante las conversaciones descubrió que vivía bajo esa condición debido a sus problemas de alcoholismo que lo dejaron en la calle y sin familia.
Tras 30 años de vivir en la indigencia, el hombre no sólo lidiaba con las secuelas de su alcoholismo crónico sino que tenía problemas de espalda y estaba completamente ciego de un ojo.
Para sobrevivir, Ivanildo comenzó a construir ceniceros caseros con latas para la venta y de este modo conseguía algo de comida para él y su mascota.
María Fernanda intentó alentarlo pero en un lapso de 6 meses, después de haberlo conocido, Ivanildo cayó en una especie de depresión y su voluntad para continuar se quebró.
“Se volvió complicado alentarlo a mantenerse sobrio y su fe y voluntad decayeron. Sólo se podía ver a este hombre caído, inmerso en la bebida, con Tullyy acostado encima para protegerlo. ¡Ay de los que se acercaron! Muy poco se puede esperar de esta situación. O casi nada, pero no perdía la esperanza», relató la mujer.
La voluntad de ayudar de esta mujer parece haber aumentado en esos momentos difíciles y junto a otro vecino de la comunidad decidieron empezar misión extraordinaria: buscar a la familia de Ivanildo.
Después de publicar la información en un grupo de Facebook, María logró dar con una hermana de su amigo Ivanildo.
Tras más de 30 años sin saber sobre su paradero, una hermana y un sobrino del hombre que aún vivían en Olinda, Pernambuco, atendieron al llamado y accedieron al reencuentro que se produjo a mediados de septiembre.
«Pensaban que estaba muerto. Llegaron a principios de este mes y obtuvieron el dinero que necesitaban para que los cuatro regresaran, incluido Tullyy, por supuesto», relató María Fernanda.
El lunes 16 de septiembre, la mujer se despidió de Ivanildo y su mascota, pues el hombre accedió a regresar a casa con su familia para iniciar una nueva etapa de la vida a su lado y esta vez libre de vicios. Feliz por haber logrado un impacto positivo en su vida, María abrazó a Ivanildo y le deseó mucha suerte.
Los milagros sí existen y esta historia es el más claro reflejo. Pero para que estas cosas sucedan son necesarias esas personas buenas dispuestas a ayudar. Comparte esta historia e inspira a otros a convertirse en verdaderos ángeles.