Sheila Fedrick es una mujer que se ha desempeñado durante muchos años como azafata. Y tras tantas experiencias vividas a bordo de un avión, relata que el ambiente suele ser tranquilo, a excepción de ciertos ataques de pánico, o emergencias médicas, que suelen ser resueltas a la brevedad posible.
Y al su trabajo tener que ver principalmente con el bienestar de los pasajeros, tantos años de experiencia le han permitido poder leer rostros y miradas para saber si todo marcha absolutamente bien.
Es por eso que en una ocasión que estaba atendiendo en un vuelo que iba desde Seattle a San Francisco, fue capaz de descubrir una situación bastante fuera de lo normal.
Probablemente, otro en su lugar habría pasado de largo, pero ella tuvo la perspicacia de percibir que algo no marchaba bien, y además actuar de inmediato para resolverlo… ¡Era un asunto de vida o muerte!
Mientras ella caminaba por el pasillo para asegurarse que todos los pasajeros llevaran abrochado el cinturón de seguridad, pudo ver a un hombre muy bien vestido. Pero enseguida, una adolescente de cabello rubio a su derecha, llamó poderosamente su atención.
La pequeña llevaba ropa vieja y su apariencia mostraba que estaba totalmente descuidada. Entonces Sheila hizo contacto visual con la niña, y con tan solo mirarla se pudo dar cuenta que sus ojos gritaban auxilio.
Cuando trató de comunicarse con el hombre, éste se mostró un tanto agresivo y al ver que se comportaba totalmente a la defensiva, entonces intuyó que definitivamente la niña se encontraba en serios apuros.
A Sheila se le pasaron miles de cosas por la cabeza, y tratando de pensar fríamente pensó que lo mejor sería darle la oportunidad a la niña de que si efectivamente necesitaba ayuda, lo dijera. Tampoco quería pecar de desconfiada.
Entonces se le ocurrió dejar en el baño del avión un lápiz y un papel, pero antes miró a la pequeña sin que el hombre se diera cuenta y con la mirada le hizo entender a la niña que fuera al baño.
Inmediatamente, vio cómo la niña salió de su asiento para ir al baño, como le había indicado. Y nada más salir, entró para ver si encontraba algo. Se quedó totalmente atónita al descubrir la desgarradora nota que decía:
«¡Auxilio, ayúdeme por favor!»
Sheila supo de inmediato que debía actuar y tras dar a conocer al capitán del avión la gravedad de la situación, alertaron a la torre de control y la policía ya estaba esperando al hombre para interrogarlo.
Después se supo que la menor tenía 14 años y en realidad había sido secuestrada meses atrás y era víctima del tráfico de personas.
El hombre fue detenido por las autoridades, mientras que la pequeña fue puesta al cuidado de las autoridades mientras hacían los arreglos para devolverla a su familia.
Claramente, la rápida actuación de Sheila y su aguda intuición salvaron a la pequeña del peor destino.
Precisamente para poder detectar estas situaciones se creó «Airline Ambassadors International», en 2009. Así, las azafatas se convierten en grandes aliados para la aduana de los Estados Unidos y la policía fronteriza. Y Sheila ahora forma parte de esta organización.
Sheila relató que después del incidente recibió una llamada de la menor para agradecerle por haberle salvado de las manos de sus secuestradores. Ahora se encontraba a salvo con su familia, y a partir de ahí se convirtieron en grandes amigas.
La azafata no dejó de quedar impresionada tras la experiencia y relató:
«¡Pude haber visto a miles de estas jovencitas y ni siquiera lo sabía!»
Alrededor de un millón de niños estima la ONU que son traficados en el mundo. Comparte esta noticia para crear conciencia y reconocer el gran trabajo que hacen estas azafatas en favor de la justicia.