Bailey Cooper, de 9 años, recibió de los médicos un pronóstico devastador, le quedaba poco tiempo de vida y soñaba conocer a su hermana pequeña que nacería a finales de noviembre.
Luchó con valentía y se aferró tanto a sus ganas de vivir la experiencia de ser el hermano mayor que logró conocerla y compartir con ella hasta Navidad.
El pequeño visitó el hospital durante el verano de 2016, pensaban que padecía una infección, pero lamentablemente se trataba de algo mucho más grave. Los antibióticos no funcionaban, así que lo sometieron a otros análisis de sangre que revelaron que Bailey tenía cáncer.
Determinaron que padecía linfoma de Hodgkin, comenzó a recibir sesiones de quimioterapia para tratar de detenerlo. Ese tipo de cáncer se desarrolla en los vasos sanguíneos, pero el de Bailey ya había avanzado a la etapa tres.
Su familia se mantuvo esperanzada porque veían resultados positivos, pensaron que la enfermedad se había ido, pero no sufrió una recaída. “Nos llamaron del hospital para decirnos que tenía una recaída y que tenían que ingresarlo de nuevo.
Los médicos decían que la tasa de supervivencia era del 70%, le hicieron un trasplante de células madre, lo intentamos todo”, comentó su madre.
El cáncer se había esparcido por el pecho, los pulmones, el hígado y el estómago, volvieron a aplicarle sesiones de quimioterapia.
Después de 15 meses, los médicos dijeron que solamente podría sobrevivir una semana.
Cuando se lo explicaron, el pequeño Bailey se derrumbó y dijo que no quería irse solo. Pero finalmente lo aceptó, miró a sus padres con una sonrisa y les dijo que se fueran a casa. Pidió que todos fueran a darle el último adiós vestidos de superhéroes.
Después de varios meses de lucha, su vida se desvanecía, pero él no quería renunciar a la oportunidad de conocer a su hermana que estaba en camino.
A pesar de que los médicos le daban muy pocos días de vida, él logró conocer su hermanita, Millie, y estuvo junto a ella casi un mes.
En la noche de Navidad, Bailey partió al cielo, y tal como lo había pedido todos asistieron a su funeral vestidos de superhéroes para darle el último adiós.
Sus padres lo motivaron a hacer la carta para Papá Noel, aunque temían que no estuviera presente, él se negó al principio, pero finalmente la hizo y pidió muchos regalos para niños pequeños, lo hizo porque pensó en su hermanita, porque él sabía que no podría jugar más.
El 22 de diciembre, lo ingresaron en el centro hospitalario porque estaba muy débil. “Nos sentamos allí, mirándolo mientras se iba. Le leímos historias y escuchamos su música favorita. En Nochebuena, a las 11:45 estábamos con él y sabíamos que se marcharía. Le dijimos que era hora de partir y él respiró por última vez”.
El testimonio de su madre es desgarrador, centenares de “héroes” se reunieron para darle el último adiós.
“Estamos desolados, pero también felices de que ya no sienta dolor. Lo más difícil es vivir sin él. En la última reunión familiar que tuvimos nos dijo que solo nos permitía llorar durante 20 minutos”, contó su madre.
Es una historia que nos invita a reflexionar sobre el valor de la familia y la gratitud que debemos tener día a día por los regalos valiosos de la vida. Compártela con tus amigos, Bailey nos regaló una importante lección.