Hay bebés que nacen en circunstancias tan especiales que su existencia nos hace pensar que, ciertamente, la vida es un milagro. Y así, venciendo más obstáculos de lo que una persona adulta podría jamás soportar, hay bebés que echan abajo todos los pronósticos médicos y crecen para convertirse en niños santos y fuertes.
Este es el caso de Lourenço Salvado, un bebé que perdió a su madre a las 17 semanas de gestación. Desde entonces, se mantuvo con vida en su vientre hasta que llegó el momento de su nacimiento y lo sacaron… ¡sano y salvo!
Ella es Sandra Pedro, la madre de Lourenço, quien entregó su vida por la de su bebé.
Sandra, de 37 años, vivía junto a su hijo adolescente cuando descubrió que estaba embarazada. Sin embargo, la alegría que sintió esta mujer al enterarse de que sería madre una vez más se vio empañada por la opinión de los médicos: años atrás, Sandra ya había presentado graves problemas de salud, incluyendo un cáncer de riñón, por lo que este embarazo fue considerado de alto riesgo desde el principio.
Sandra Pedro sabía muy bien que su vida corría peligro, pero esto no la detuvo para seguir adelante con su embarazo.
Miguel Angelo Fario, la pareja de Sandra, cuenta que una noche, mientras se encontraban reunidos en casa con unos amigos, la futura madre se ausentó debido a un fuerte dolor de cabeza. Cuando se encontró con ella en el baño, Sandra estaba bañada en lágrimas, decía que su cabeza estaba a punto de estallar y que estaba segura de que ese día moriría.
No se equivocaba. Pocas horas después de que Sandra llegara al hospital de San José, en Lisboa, Portugal, se declaró que tenía muerte cerebral. Fue entonces cuando la atención de los médicos se centró en el bebé que la mujer llevaba en su vientre.
Los doctores que trataron a Sandra cuentan que las esperanzas de que el pequeño siguiera con vida eran mínimas, por no decir nulas. Pero, inesperadamente, descubrieron que el corazón del bebé seguía latiendo.
Fue así como Lourenço pasó casi 4 meses en el vientre de su madre, quien se había convertido en una incubadora humana. Poco a poco y ante la mirada escéptica de muchos, la barriga de Sandra comenzó a crecer y a crecer ¡dentro de ella había pura y resplandeciente vida! Esto fue posible gracias a la respiración artificial, a las hormonas y a los nutrientes que seguían administrando al cuerpo de Sandra.
Los doctores afirman que nunca esperaron semejante resultado, pues la mayoría de las personas que han sufrido muerte cerebral no pueden absorber la alimentación artificial que le suministran.
Cuando el doctor declaró: «¡Nació el bebé Lourenço y está llorando!», se produjo un estallido de gritos y abrazos por parte de las enfermeras, quienes cuidaron con suma dedicación al pequeño antes de su nacimiento.
Las lágrimas corrían por las mejillas de los cansados médicos y declararon que el pequeño Lourenço era un «bebé milagro».
Pero la alegría rápidamente se convirtió en tristeza, puesto que el nacimiento de Lourenço también significaba la partida de su madre, quien yacía sin vida en la habitación, conectada a un ventilador que ahora debía ser apagado.
¡Bienvenido al mundo, Lourenço!
Aunque Lourenço, muy al contrario de cualquier otro bebé, no tuvo el privilegio de escuchar la voz de su madre o participar en sus movimientos cotidianos, sí contó con el amor y la atención diaria de una gran e inesperada nueva familia: las enfermeras.
Fueron ellas quienes todos los días desde muy temprano en la mañana, se ocuparon de que las necesidades emocionales del pequeño estuvieran cubiertas. Le hablaban, le cantaban… ¡incluso lo hacían moverse dentro de la barriga de su mamá!
«Es un milagro porque ella estaba muerta y, normalmente, cuando la madre muere, el bebé también», explicó a doctora Susana Alfonso, quien recibió a Lourenço en el momento de la cesárea.
Para el equipo médico que trató a Sandra y a su bebé, esta fue una de las experiencias más emocionantes de sus vidas y, al mismo tiempo, un episodio único en la medicina portuguesa.
Lourenço nació sin ningún tipo de complicaciones de salud, pesando casi 2 kilos y medio.
Asimismo, el padre del bebé asegura que su vida mejorará por completo ahora que ha llegado Lourenço. Él y su familia están convencidos de que, por las circunstancias tan especiales que envolvieron su nacimiento, el pequeño vino al mundo para hacer grandes cosas.
Miguel Angelo Fario es el padre más feliz del planeta aunque está triste por haber perdido a su querida Sandra.
No obstante, la destrozada familia de Sandra no está dispuesta a ceder tan fácilmente la custodia del niño… Miguel Angelo ha tenido que demostrar que él puede hacerse cargo de Lourenço y que, aunque tuvo que buscar en Internet un tutorial de cómo cambiar pañales, está más que dispuesto a criar a su hijo con todo el amor y la dedicación que necesita.
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