Las estadísticas de violencia de género son alarmantes, lamentablemente muchas mujeres pierden la vida a manos de agresiones perpetradas por sus parejas o por desconocidos que atentan contra ellas.
Sara Calleja fue víctima de acoso de parte de su pareja y no pudo soportar lo que sufría, el 11 de julio de 2015 se quitó la vida a los 52 años lanzándose al vacío.
Pero antes de morir escribió una carta para la juez instructora de su caso alegando que se había sentido desamparada a pesar de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integra contra la Violencia de Género.
“Estoy muy cansada y necesito descansar. Mi vida es insoportable”, fueron parte de sus palabras.
Sara estaba inmersa en una difícil situación, cuando no pudo soportar más denunció a su agresor, Christian, un hombre de nacionalidad belga que no estaba dispuesto a rendirse. Ella lo denunció en 19 oportunidades, se cambió de domicilio dos veces, pero su pareja reincidía con las agresiones en su contra.
A pesar de que pasó en la cárcel un período de 9 meses, no estaba apto para reinsertarse en la sociedad cuando salió y continuó acosando a Sara.
Incluso la denunció por vender unos cuadros que había pintado condenándola a pagar 20.000 euros de multa.
Sara estaba muy deprimida, y la pensión que recibía por ser víctima de violencia de género resultó embargada por la deuda que contrajo por la demanda de los cuadros, logró sobrevivir por la bondad de sus dos hijos Andrea de 33 años y Elio de 28.
Ella necesitó apoyo psicológico que la ayudara a superar los daños que sufrió y no solo las garantías de mantenerse alejada de su agresor. Las últimas palabras de Sara dirigidas a la juez han conmovido a miles de personas, eso fue lo que escribió:
“A la jueza de violencia de género del juzgado de León:
Estoy muy cansada y necesito descansar; mi vida es insoportable.
Mi primera denuncia en comisaría fue el 08 de noviembre de 2013, el día de mi 50 cumpleaños, y no llegó al juzgado después de muchos días porque parece ser que se extravió.
Mientras, Christian estuvo en León unos cuantos días y me denunció al INEM…
Era uno de los chantajes que me hacía para que volviera con él.
Esa denuncia de Christian supuso mi ruina. Tuve que vender mi casa que a duras penas podía pagar. Alquilaba dos habitaciones para poder malvivir… El organismo me sancionó con casi 20.000 euros, toda una fortuna para alguien como yo que no tenía nada, nada más que una casa a medio pagar.
Christian creó varios perfiles falsos míos con mi nombre, apellidos y mis fotos, donde yo daba masajes baratos, etc.,
Pedí hablar con usted porque estaba desesperada y sólo me dijo que no mirara Facebook y que Christian estaba en su derecho de denunciarme donde quisiera.
Mi vida estaba en sus manos, señora juez y sin embargo parecía que cada vez que yo denunciaba, aburría.
Hasta que Christian no volvió a León y colgó fotos con esa tobillera que le pusieron y habló de una manera despectiva en sus perfiles de Facebook de usted y de la fiscal, parece que no iban a tomar más medidas contra él.
Esos días yo cuidaba a un anciano en el hospital de León por las noches.
Otra anécdota es que una de las 15 veces que denuncié a Christian en León, fui a comisaría, le había visto por la noche en los portales de la que era mi casa… Mientras esperaba mi turno en el patio, en la calle, enfrente estaba él. Le dije a los policías que lo detuvieran y ellos me decían que lo denunciara, no me creían que tenía una orden de alejamiento.
En cuanto al INEM quiero decirle que yo expuse en Bruselas y Christian ponía los precios… No vendí casi nada. Mi hijo estaba estudiando y mi hija con su trabajo que apenas le daba para vivir.
No sé cómo he podido aguantar. En realidad, no lo soporto y por eso me retiro.
Las leyes son una mierda depende de para quién y sobre todo de cómo se aplican.
Mi sanción del Inem me ha dejado en la miseria, y si no llega a ser por pocos, pero buenos amigos que me ayudaron económicamente y a mi familia no tenía ni para comer. La ayuda que me conceden como mujer maltratada no la cobro, me la embargaron íntegra y eso usted lo sabía y le dio lo mismo.
Quiero olvidar esos días y si vivo no los olvidaré nunca, porque mi situación es extrema.
Vendí mi casa, devolví lo que debía y me vine con lo puesto a Ibiza donde vive mi hija.
No soy capaz de salir sola a la calle.
Hace 3 meses lo intenté con pastillas con la mala fortuna de que mi cuerpo aguantó lo que no debía.
Hoy espero irme de verdad. No soporto los días.
Lo único que alegra mi existencia es la sonrisa de mis hijos, sus sonrisas son lo más bonito. Mi hija me ve día a día y sufre y llora. Y mi hijo no me ve, pero sé que me siente. Los quiero con locura y ahora y sin soberbia le digo que he sido la mejor madre, he criado a mis hijos yo sola. Y con la visión que me dan mis casi 52 años le diré con orgullo que estoy orgullosa de mí. No lo había estado en mucho tiempo, pero no lo estoy por estos últimos casi dos años, estoy orgullosa de mí misma como nunca lo he estado por haber tenido a mi querida Andrea y a mi querido Elio, lo mejor que he hecho en la vida.
Son maravillosos y buenas personas y les adoro y son míos, mis hijos. No creo en Dios, sólo sé que siempre estarán conmigo y yo con ellos y eso no se morirá jamás.
Desde hace una semana trabajo, pero no lo soporto. No sólo porque es mucho y muy duro, es que mentalmente estoy “tocada”, la medicación que tomé me quitó habilidades.
Cada vez que denunciaba me daban unas hojitas con los derechos como mujer maltratada. No he recibido ningún tipo de ayuda económica y Christian sigue molestando, enviando a mi madre mensajes (yo tengo otro móvil) y llamando a su casa. Y por si no lo recuerda, mi madre es mayor. Sigue poniendo fotos mías y me sigue insultando. Ha creado perfiles falsos míos otra vez y vende las acuarelas que dejé en su casa de Bruselas y no pude recuperar.
Aquí en Ibiza he puesto dos denuncias, en mayo y junio, y no he recibido ninguna respuesta todavía.
Me resulta gracioso esa gente que dice que muchas mujeres denuncian para tener beneficios económicos… Que me pregunten a mí.
Y muchas mujeres retiran sus denuncias porque es una agonía aguantar un proceso del que nunca sales entera. Tienes que pasar por un scanner para que decida alguien que no sabe lo que estás padeciendo, si mientes o no… tienes que “desnudarte” delante de una jueza fría y sin ninguna empatía, delante de una psicóloga, delante de la policía, delante de un forense que en la segunda consulta no tiene ni tu expediente y no sabe con quién habla… delante de amigos, de familiares, de gente que no te conoce… y aun así te ponen en duda.
Tienes que sacar fuerzas de un saco roto; pero yo ya no puedo más. Mi vida no tiene luz ni esperanza.
Christian Costenoble me robó todo. Él ganó”.
Sus desgarradoras palabras han abierto un debate en las redes sobre la legislación sobre la violencia de género y la necesidad de garantizar que las víctimas puedan recuperarse y que los agresores estén tras las rejas mientras representen un riesgo para la sociedad.
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