Al acercarse el cumpleaños de un niño, cualquier padre esperaría que este quisiera celebrarlo con su familia, sus amigos de la escuela o del vecindario pero el pequeño Theo es bastante generoso y en su fiesta sólo quería compartir con los trabajadores del aseo urbano.
Theo Ishida Pereira celebró su cuarto cumpleaños el pasado 17 de septiembre pero para compartir el momento especial sólo deseaba la compañía de unas personas imprescindibles en su vida: los empleados responsables de la limpieza del barrio en donde vive en Coophalis, del estado de Rondonópolis, Brasil.
Desde que el pequeño Theo tenía 2 añitos comenzó a sentir afinidad por las personas que prestaban el servicio de limpieza en las calles.
Sin importar en qué comunidad estuviese, cada vez que el pequeño ve a los barrenderos se acerca a saludarlos pero los más especiales son los que limpian en su comunidad.
Para Theo ellos son sus “amigos” y los llama de este cariñoso modo cada vez que los ve.
El niño espera la corta visita de sus amigos tres veces a la semana, cuando pasan a hacer el aseo cerca de su casa.
Y como el corazón del pequeño es bastante generoso, no sólo los espera con una calurosa sonrisa sino que guarda para ellos un poco de agua y algún aperitivo.
«No puede ver un camión de basura porque se vuelve loco, no puede pasar por el lado de alguno porque tiene que bajar el vidrio para saludar a sus amigos«, explica Janaína Ishida, la madre de Theo.
Frente a esta afinidad que Theo siente con sus amigos, sus padres no se sorprendieron cuando les pidió que invitaran a los empleados del aseo urbano a su fiesta de cumpleaños. Aunque el asunto pudiese sonar extraño para otros, ya Janaína conoce el tierno corazón de su hijo y no pudo negarse a complacerlo.
Theo estaba muy feliz por la aceptación de su familia y lo único que pensaba era en el compartir y el regalo que podría recibir de sus amigos de la limpieza urbana.
“De lo único que habla es de sus buenos amigos, cuando va a hacer algunas cosas quiere incluirlos. Le preguntamos por sus regalos de cumpleaños, sobre qué quería y lo único que deseaba era un camión de basura”, comentó la madre.
Aunque Theo no obtuvo precisamente un camión de juguete, los trabajadores se encararon de darle un regalo bastante emblemático para él. Después de la celebración lo invitaron a dar una vuelta en un verdadero camión de basura.
El gesto terminó por alegrar el corazón de Theo, quien disfrutó al máximo su cumpleaños. Su buena acción nos recuerda que para los niños no hay clases ni diferencias; ellos ven con los ojos del corazón pero, ¿nosotros los adultos estamos haciendo lo mismo?
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