La confirmación de la noticia que el cuerpo de la menor hallada por un barco pesquero, corresponde a Celia Cavia, la menor de 14 años desaparecida, ha estremecido a España entera.
El Delegado del Gobierno en Cantabria dirigió un comunicado oficial después de que el Instituto Anatómico Forense procediera a la realización de la autopsia; y verificara que las huellas dactilares del cuerpo coincidían con las de la menor desaparecida.
El cuerpo fue hallado en Santoña por el pesquero «El Romu» cuando volvía hacia Santander, a las 6.55 de la mañana de este martes.
La joven estaba desaparecida desde el día 12 de diciembre. Tras encontrarse su mochila cerca del mar, en el Parque de Mataleñas, la hipótesis que se manejaba era que pudo haber caído al acantilado; pero las razones resultaban totalmente desconocidas.
En un principio, se pensó que su desaparición pudo ser voluntaria, pero con el paso de las horas y el testimonio de amigos y familiares, esa posibilidad fue desvaneciéndose.
Ahora, una nueva y desconcertante información cambia todo el enfoque de la investigación, según lo ha revelado el medio El Español: «en la mochila azul de la joven se encontró una carta de despedida de Celia dirigida a sus padres». Por lo que «la principal hipótesis que se maneja es la de su suicidio», menciona el citado medio.
Aunque la Policía ahora pretende hallar respuestas de cómo y por qué se produjo la muerte de la joven.
Trascendió que Celia era una niña muy involucrada en diferentes actividades en su Instituto, el José María Pereda, de Santander; una adolescente alegre que amaba el teatro y la danza. A ese colegio había llegado hace 3 años. Recientemente, había participado en una importante obra de teatro; en las fotos lucía orgullosa y feliz. Sin embargo, muchos reconocen que en ocasiones se la veía triste.
“La recuerdo como una chica genial y muy alegre, aunque algo melancólica”, confesó una de sus amigas.
Sus amigos aseguran, según corrobora El Español, que «a Celia no la vieron bien últimamente, había engordado unos kilos y algunos de sus compañeros de clase le hacían comentarios alusivos a su peso», haciendo que se sintiera mal por eso, pero nadie se dio cuenta cuánto le estaba afectando.
Sumado a eso, ella había participado en el Programa TEI, que ayuda a la prevención de la violencia y el acoso escolar, como si quisiera gritarle al mundo cuánto puede perjudicar este tipo de conductas en los adolescentes más vulnerables.
Por si fuera poco, al estar cursando tercero de la ESO, su rendimiento académico ya no era el de siempre; estaba a punto de «perder alguna asignatura». Esto le había producido una gran frustración, y sus padres le habían «retirado el móvil durante una temporada como castigo».
“Era una persona muy alegre, aunque cuando éramos pequeñas, a veces, se mostraba un poco triste”, comentó una amiga.
El día de su desaparición dijo que se sentía indispuesta, por lo que le dieron permiso para salir antes. Anduvo casi 1 hora y se dirigió a la zona de acantilados de Mataleñas. Allí fue donde dejó su mochila con varios libros y dentro la nota, la pista definitiva que ha llevado a la Policía a sospechar que Celia decidió acabar con su vida.
Ahora, los investigadores intentan averiguar cómo perdió la vida Celia y los verdaderos móviles que la llevaron a una decisión tan desgarradora.
Cada año, en España, se suicidan 349 jóvenes y adolescentes; la partida de Celia es un llamado de atención para no mantenernos indiferentes. Es urgente tomar medidas preventivas para que ningún joven más tenga que terminar en una situación límite sin la ayuda profesional que merece.
Acompañamos a su familia en su indescriptible dolor. ¡Comparte esta noticia!