El ciclismo es uno de los deportes más completos que existe, ya que no solamente contribuye al bienestar físico y desarrollo corporal de aquel que lo practica, sino que favorece un estado de salud mental y emocional, a través del contacto directo con la naturaleza, cuando se realiza a través de las vías y senderos que circundan los diversos centros poblados a nivel mundial.
Adicionalmente, se puede apreciar que aquellas personas que ejecutan esta disciplina deportiva, suelen manifestar una particular sensibilidad hacia la conservación del medio ambiente y la preservación de las diversas especies que coexisten en los distintos hábitats a través de los cuales circulan mientras ejercitan su cuerpo.
En la ciudad de Adelaide, capital del estado de Australia meridional, encontramos una diversidad ecológica de gran importancia; sin embargo, las altas temperaturas que la caracterizan, provocan no sólo incendios y pérdidas de cosechas, sino también accidentes en los que se ven involucrados especies de la fauna presente en la zona, como el caso que nos ocupa el día de hoy, en el que afortunadamente pudimos disfrutar de un final feliz.
Sabemos que los koalas, esos simpáticos marsupiales endémicos de Australia, poseen unos hábitos de sueño bastante peculiares, los cuales han generado no pocos mitos acerca del origen de dichas costumbres, incluyendo aquel que atribuye su sopor a los supuestos efectos narcóticos del bambú.
Y no es extraño que las personas se creen teorías sobre esto, ya que buena parte de la jornada diaria transcurre para ellos en el más dulce de los sueños. Probablemente, debido a ello son aún más susceptibles a ser víctimas de las altas temperaturas que en muchas ocasiones conducen a la deshidratación y tristemente a la muerte.
En esta ocasión Matt Sully, integrante del equipo CiclisticoBubbasCycling Tour, pedaleaba junto a sus compañeros de ruta a través de una de las vías que circundan a la ciudad australiana de Adelaide, cuando percibió que cerca del lugar se encontraba un koala de aspecto bastante decaído.
Como el calor era agobiante, Matt intuyó que el estado del pequeño se debía a ello, por lo cual detuvo la marcha y se acercó al decaído animalito ofreciéndole su botella de agua, la cual ingirió en su totalidad con gran entusiasmo.
A partir de ese momento, él y sus compañeros bautizaron al sediento marsupial como “Slurpy” (Bebedor Ruidoso).
Acciones como la realizada por Matt Sully, nos reconcilian con la condición humana y nos reafirman que no todo está perdido.
Mientras existan personas capaces de dejar de lado sus intereses personales por brindar ayuda a otro ser vivo, sabemos que estamos construyendo un mundo mejor.
No dejes de compartir esta inspiradora historia con tus amigos. Todos podemos hacer un cambio en nuestro planeta.