Comer la placenta ¿Saludable o solo es una moda?

La placenta: puedes deshidratarla, molerla y colocarla en cápsulas, o bien, sofreírla con cebolla y acompañarla con unas patatas fritas o una rica ensalada. Claro que si eres muy, muy, valiente, también podrías comértela cruda en la sala de partos.

¡No te desmayes! Comer la placenta después de dar a luz es una práctica que se viene haciendo desde hace muchos años. Se le conoce como placentofagia y, en efecto, no es algo que solo hacen los animales. Las madres humanas también lo hacen, desde mujeres tribales hasta celebridades glamurosas.

¿Nada convencida?

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La placenta es un órgano que comienza a formarse en el preciso instante de la implantación del embrión en la pared uterina, hecho que ocurre semanas después de la fecundación. No muchas personas saben que, además, la placenta está compuesta de las mismas células provenientes del espermatozoide y del óvulo que dieron desarrollo al feto.

La placenta es el primer órgano que se forma en el embarazo, incluso antes de los órganos del bebé.  

Este órgano es fundamental en el embarazo: conecta a la madre con el bebé, permitiendo así el paso de los nutrientes al feto. La placenta, de hecho, tiene más características peculiares: continúa creciendo a lo largo del embarazo y es el único órgano que el cuerpo produce y luego desecha porque, después de dar a luz, la madre ya no la necesita más. Si el bebé nace por vía vaginal, la placenta es expulsada por la vagina, pero si es por cesárea, el doctor debe eliminarla del útero.

En el momento del parto, pesa aproximadamente 500 g y se ve flácida, redonda y plana.

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¿Por qué comer la placenta? 

Quienes están a favor de ingerir la placenta argumentan que, de este modo, puede ayudar a prevenir la depresión posparto, aumentar la energía, disminuir el dolor, detener hemorragias y, además, incrementar la cantidad de leche materna.

La placentofagia es una práctica que se está haciendo cada vez más y más popular debido, en parte, a la atención que se le ha prestado en los medios. También ha cobrado importancia porque muchas personas están optando por llevar una vida mucho más saludable. Así lo afirma Crystal Clark, psiquiatra y profesora asociada en Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Northwestern University Feinberg School of Medicine.

Algunas mamás prefieren consumir la placenta en forma de batido, mezclada con frutas.

Doulas y parteras son también grandes partidarias de la placentofagia, otro factor que ha influido en su popularidad. Asimismo, Clark señala que sigue habiendo un tabú en torno a la salud mental y que, tomando en cuenta que una de siete mujeres sufre de depresión posparto, una alternativa diferente a los tratamientos utilizados por la medicina convencional puede ser muy llamativa.

La depresión posparto suele ser el motivo número 1 por el que las mujeres optan por comerse su placenta.

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Ahora bien, actualmente son pocos los estudios que se han hecho sobre el tema, por esta razón aún no se tiene una información certera sobre qué contiene la placenta y en cuántas cantidades. En cambio, se sabe que la placenta contiene hormonas como progesterona y estrógeno y también nutrientes como el hierro, el cual podría ayudar a la recuperación de la madre después del parto.

No obstante, todavía no se sabe cuál es exactamente la dosis que contiene de hormonas y nutrientes considerando, además, todo lo que podría perderse al momento de cocinar o deshidratar la placenta. Es importante tomar en cuenta que este órgano también tiene la función de filtrar todo aquello que puede ser perjudicial para el bebé, por lo que podría contener ciertos metales como el mercurio, aunque tampoco se sabe en cuánta cantidad.

Cápsulas de polvo de placenta deshidratada: quizá la opción más viable para las mamás que le gustarían probar esta alternativa, pero que, definitivamente, no la quieren en bistec.

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Lo que sí se sabe, previene Clark, es que una placenta que presente alguna anormalidad debe ser examinada antes de que nadie se la coma. En este sentido, las pacientes que deciden comérsela cruda después de dar a luz en casa, deben asegurarse de que sus doulas o parteras hayan chequeado que todo esté en orden. De igual modo, es esencial que cuando se da a luz en el hospital se mantenga intacta para que pueda ser examinada luego. Esto se debe a que una placenta irregular podría ser el indicativo de una infección intrauterina, de alguna enfermedad de la madre o de un desarrollo deficiente del feto.

En fin, la decisión queda de parte de la madre. Clark explica que, aunque no existen pruebas suficientes para afirmar que comer la placenta trae los beneficios que se le adjudican, tampoco trae consecuencias negativas consumirla. Siempre y cuando se tengan las previsiones pertinentes.

¿Tú que opinas de esta polémica práctica? ¡Comparte y debate este tema con tus amigos!

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