La vida de alguna manera nunca deja de dar sorpresas, especialmente cuando se trata de experiencias que son tocadas por la obra de un milagro de amor.
La vida de la pequeña Poppy Wicks, es un verdadero milagro. Nació con tan sólo 25 semanas de gestación, pesó menos de medio kilo, exactamente 360 gramos, y su tamaño era similar a una pelota de tenis. Desde el mismo instante de su nacimiento nunca abandonó su lucha por sobrevivir.
Hannah y su compañero Steve McSween, ambos de Bristol, desde que la bebé estaba en su vientre recibieron la noticia que ningún padre quiere escuchar, las probabilidades de vida de su hija eran muy bajas.
Los médicos habían sido muy explícitos durante el embarazo. Las complicaciones eran graves y la vida de la niña estaba en riesgo. Debían preparase para lo peor.
Al cumplir la semana 18 semanas los médicos le informaron que la bebé no tenía señales de crecimiento y advirtieron que para el próximo control podría estar sin vida. Los padres escucharon a los médicos y prestaron mucha atención al diagnóstico, tanto así que dejaron de comprar ropita y cosas para ella.
Su madre incluso había comprado un conejo de peluche para que fuera el acompañante de su hija cuando fueran a enterrarla… ¡Realmente fueron momentos llenos de tristeza y angustia!
La pareja preocupada por la situación y por Oliver, el hijo de 5 años de Hannah, producto de una relación anterior trataron de explicarle que posiblemente no podría conocer a su hermanita.
Poppy nació el 9 de marzo, después de tan sólo una semana del límite del aborto.
Sus padres, aunque manejaban muy bien la información sobre el riesgo de vida y estaban preparados para lo peor, en el fondo de su corazón nunca perdieron la esperanza de que ella pudiera sobrevivir.
Hannah comentó que Poppy es realmente su bebé es un milagro, ella luchó contra todo pronóstico y venció la batalla. Siempre le decían que ella no estará viva en el próximo control y día tras día ella seguía con vida.
Poppy actualmente pesa 1,820 kilos y aunque es menor al peso promedio de un bebé recién nacido, han visto una evolución satisfactoria a pesar de sus complicaciones.
Poppy tiene un alto riesgo de sufrir una parálisis cerebral y otras complicaciones más. Ella contrajo sepsis cuando tenía 6 semanas de edad y aún requiere la ayuda de oxígeno para respirar.
A pesar de toda esta situación sus padres están felices de tenerla, después de preparase para su muerte tenerla con vida es una bendición. Tan drástico era el diagnostico de esta niña que sus padres habían ya visualizado el lugar de su entierro y planificado de alguna manera su funeral.
Su padre comenta que siempre esperaban hasta el próximo control para recibir la noticia de que seguía con vida. «No íbamos a renunciar a ella», añade Steve, mientras que sostiene a Poppy con su manta de lana hecha a mano.
Cuando llegaron al Hospital Southmead de Bristol a la sala de emergencia, los médicos plantearon el nacimiento de Poppy por cesárea, las lágrimas de su madre no se hicieron esperar y se echó a llorar. Justo en ese instante su madre solo se preguntaba sí ella lograría vivir.
Muchas personas opinaron que ella era muy pequeña. El equipo médico del hospital estaba muy comprometido hacer todo lo posible por ayudarla, pero sabían que sus probabilidades eran realmente muy pocas.
Ella nunca ha dejado de luchar y sus padres están con ella para atenderla y llenarla de amor y calor de hogar, es importante para ellos que ella sienta que no está sola.
Para su madre el instante que el doctor trajo a su hija para que ella pudiera besarla selló el verdadero milagro que representa la vida de esta pequeña guerrera.
Es una verdadera historia de amor, compártela con tus amigos y familiares, cuando realmente se ama los límites se borran y no existe mayor fortaleza que el calor que se inyecta en el corazón.