No hay sentimiento más doloroso para el ser humano que enfrentar la pérdida del ser amado, especialmente para una madre, quien espera que el cauce natural de la vida, se lleve a los padres primeros. Sin embargo, la cruda realidad es otra, y muchas madres se despiden de sus hijos incluso muchas veces antes de verlos crecer.
Esta es la historia de Jessica Herbert, una madre cuyo hijo, Oaken, fue diagnosticado con una enfermedad genética mortal, los médicos descubrieron que algo no andaba bien cuando le hicieron un chequeo médico a las 12 semanas de gestación.
Cuando Oaken nació solo pesó 1 kilo y medio.
El pequeño Oaken fue diagnosticado con el síndrome de Edwards, un trastorno genético causado por la presencia de una tercera copia de todo o parte del cromosoma 18.
Desafortunadamente, solo uno de cada 10 bebés que nacen con este síndrome viven más de su quinto cumpleaños.
Oaken, murió a los dos días después de su nacimiento. Si bien Jessica no pensó que tendría la oportunidad de abrazar a su hijo vivo pudo hacerlo, incluso lo bautizó antes de su fallecimiento.
Pese a su trágico diagnóstico, la madre tuvo la oportunidad de sentir sus latidos.
Después del parto, Jessica y su esposo, Simón, recibieron un increíble apoyo de Martin House Childrens Hospice, quien los ayudó en el momento más difícil de sus vidas.
“Solo tuvimos a Oaken durante dos preciosos días, eso es todo lo que tuvimos. Era un hombrecillo valiente que tenía mucho carácter, pero sus dificultades médicas eran demasiado graves y era poco lo que los maravillosos equipos médicos involucrados podían hacer para ayudarlo, así que fuimos a Martin House. Fue una situación trágica, pero el apoyo que recibimos del hospicio fue realmente sobresaliente”.
Jessica quería retribuirles todo lo que habían hecho por ella, por lo que decidió recaudar fondos para el hospicio, su manera de hacerlo es cortando sus largas rastas que no corta desde hace más de once años.
El corte se llevará a cabo el 31 de julio en el evento Deer Shed Festival Base Camp Plus en Baldersby Park en Thirsk North Yorks.
“Se va a liberar un gran peso de mi hombro. El cabello se ha convertido en parte de mi identidad y la última vez que lo corte fue en el 2010. Mi cuello está ansioso por el cambio. Estoy un poco asustada”.
Esta madre esta infinitamente agradecida con el hospicio por ser ese instrumento de luz y amor que tanto necesitaba en medio de su tragedia.
Su mayor deseo es recaudar la mayor cantidad de dinero como sea posible y ayudar a las familias que han pasado por una situación similar. No es nada fácil devolver al cielo lo que más se ama y tener que continuar. Nuestras condolencias para esta madre y su familia.
Comparte esta historia y unámonos en oración por todos los angelitos que han partido y por todas esas madres que aun con el corazón destrozado siguen luchando cada día.