La presión de la vida moderna, con su prisa constante, que tantas veces te ha llevado a estar mucho más preocupado por el trabajo u otras ocupaciones que por ti mismo, puede que alguna vez te haya hecho soñar en huir hacia la naturaleza para encontrar algo de paz y bienestar.
Angelo Mastropietro, por su parte, hizo realidad este sueño… ¡Y con sus propias manos! Este «hombre de las cavernas» transformó una cueva que data de 250 millones de años de antigüedad en Wyre Forest, Worcestershire, en un cálido y muy lujoso hogar.
Mastropietro vivía en Australia y era un exitoso hombre negocios, hasta que un problema de salud volcó sus intereses hacia la vida subterránea.
Tras una inversión de casi 187 mil euros y aproximadamente 1.000 horas de romper, cortar y excavar toneladas de piedra, el ex empresario de 38 años pudo dejar a un lado el pico y la pala para disfrutar de las comodidades del wi-fi, el agua corriente y la calefacción por suelo radiante.
Mastroprieto era la cabeza de una exitosa compañía de reclutamiento en Australia, donde vivía desde hacía una década. Sin embargo, todo cambió en el 2007 cuando fue diagnosticado de esclerosis múltiple, luego de haber sufrido una parálisis temporal.
«La EM fue el catalizador que necesitaba para recordar que debía concentrarme en mi salud y en mejorar mi estilo de vida».
La primera vez que Mastroprieto, nativo de Worcestershire, visitó la cueva fue en 1999 cuando la usó como refugio contra la lluvia durante un paseo en bicicleta.
Sin embargo, este albergue improvisado no se veía como una cueva cualquiera, puesto que ya anteriormente había sido utilizada durante 300 años como una casa de 4 habitaciones, aunque fue abandonada luego en 1940.
Fue necesario excavar a mano entre 70 a 80 toneladas de piedra antes de que este aventurero pudiese hacer realidad su sueño. Aquí se puede ver el comedor terminado.
Cuando el ex empresario regresó a Gran Bretaña en el 2010 vio que, 10 años después de aquel paseo desafortunado en bicicleta, la propiedad se estaba vendiendo, así que decidió poner manos a la obra.
«Quería estar en un lugar donde pudiese tener un estilo de vida más feliz y saludable»
Fue entonces cuando compró la cueva, que estaba listada como una de las casas de roca más antiguas de toda Europa, por un valor de 60.000 libras esterlinas. Posteriormente, con un presupuesto de 100.000 libras esterlinas, Mastroprieto transformó el espacio por su propia cuenta.
Tan solo una puerta que comunicaba dos habitaciones le tomó a este hombre de las cavernas 11 días de duro trabajo para cortar a través de 1,5 m de piedra.
Mastroprieto también cortó parte de la ladera de la montaña y toda el agua corriente que llega a la casa viene de su propio pozo, el cual cavó él mismo 80 m bajo tierra.
Para la remodelación de la casa no fue necesario conseguir un permiso de construcción, por lo que Mastroprieto dejó que su imaginación fuese la única guía de cómo adecuar el espacio a sus necesidades. Por ejemplo, la ducha está constituida por una cascada que baja por las paredes acompañada de un cabezal de ducha de lluvia.
Los lavabos de los baños también utilizan elementos orgánicos como piedra y madera, mientras que la mayoría de los baños conservan una atmósfera de caverna con paredes de piedra texturizadas.
Mastroprieto admite que cuando emprendió esta atrevida misión temía que su salud pudiese agravarse y le impidiera continuar con la remodelación de la cueva, pero a pesar de eso, logró una impresionante hazaña de trabajo manual y pudo completar la casa de sus sueños.
«Creo que una vez que llegas aquí y lo ves en persona, generas un sentimiento muy fuerte por el lugar. Han venido personas que no pueden contener las lágrimas, así que me siento increíblemente feliz».
La cueva está ubicada entre acantilados de 15 metros de altura, un área que, según se dice, inspiró a J.R.R. Tolkien a crear la Tierra Media y sus famosas criaturas ficticias.
Ahora completa, la casa posee una terraza gigantesca, hermosas habitaciones muy íntimas y paredes blancas para iluminar un poco más la cueva. Mastroprieto también instaló grandes puertas de cristal y ventanas enmarcadas en roble para dejar entrar la luz.
«Me encantan los desafíos. Casualmente, mi apellido significa «Maestro de las piedras», así que quién sabe, quizás es algo que está en mis venas».
Mastroprieto quería un hogar repleto de paz y tranquilidad, aunque esto no significa que evitó las comodidades de la vida moderna: introdujo por primera vez agua corriente y electricidad a la cueva y, actualmente, espera hacer nuevas modificaciones para agregar más lujo y tecnología, pero eso sí, manteniendo siempre la esencia de la caverna.
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