Hay hombres quienes, con su derroche de alegría y espontaneidad dejan una honda huella en todos aquellos que los circundan. Su presencia se torna insustituible y, cuando ya no se les ve sonreír como de costumbre, porque ya se han ido, lo único que resta es honrar su memoria.
Juan Vázquez Pichardo, fue un icónico vendedor de globos en el parque zoológico de Tamatán, en Ciudad Victoria, Tamaulipas, México. Era un dulce hombre muy querido por todos y conocido por ofrecer su mercancía afuera del lugar.
Hace unos pocos días quedó invidente, y posteriormente perdió la vida en un hecho ocurrido el pasado fin de semana. Antes de morir, dejó constancia de un último deseo de que su familia regalara todos sus globos a los niños, en el mismo lugar donde Juan solía estar todos los días del mundo.
“¡Haga feliz al niño cómprele un globo!”, era la frase de Vásquez Pichardo que, quienes le conocieron le escuchaban decir.
De esta manera, todos los seres queridos del “globero de Victoria” se reunieron al exterior del santuario de animales, para cumplir la promesa que le hicieron a su padre en su lecho de muerte.
Por su parte, su hija Blanca Flor Vázquez fue quien dio el primer paso y tomó la iniciativa de acudir a Tamatán para llenar de sonrisas a los más pequeños y consentidos de la casa.
“Desde los 10 años llegó mi papá a Ciudad Victoria y empezó a vender globos. Su deseo era siempre hacer felices a los niños. Dijo que cuando llegara a fallecer regaláramos los globos porque ese era su deseo” expresó Blanca.
La publicación conmovió a cientos de personas, quienes fueron testigos de la escena a través de las redes sociales. Recordaron con mucho afecto y cariño la noble labor de este extraordinario, divertido y simpático mercader de alegrías. También, elogiaron la acción de sus hijos.
Lo cierto es que, este último fin de semana, Juan se nos adelantó en el camino a los cielos, viajando en uno de sus globos. Pero, su última voluntad fue cumplida, su memoria honrada y hoy se ha convertido en «el globero eterno del cielo».
Su hija Blanca asegura que no será la última vez que honren a su padre con esta ceremonia. Según dijo, continuarán regalando buena vibra y felicidad a los niños que estén cerca del área del zoológico de Tamatan hasta el próximo 30 de abril.
La inevitabilidad de la muerte es, normalmente, un hecho avasallante para los familiares y allegados más cercanos. Y es que, la muerte es un concepto huidizo para la mayoría.
Mucha gente solicita antes de morir que se siembre un árbol sobre sus cenizas para generar vida después de la muerte, pero Juan prefirió regalar su luz a través de sus globos.
Cumplir con los deseos de un difunto, es un último acto de respeto y aprecio por su memoria. Nos ayuda a cerrar ciclos y a conmemorar a quien en vida estuvo a nuestro lado de manera especial. Juan sigue regalando alegría después de trascender esta vida.
Honrar a nuestros seres queridos nos otorga una gran paz y tranquilidad, al saber que hemos respetado su voluntad, incluso traspasando los umbrales de la muerte. Comparte esta historia con tus amigos.