A pesar de que muchos jóvenes tengan la dedicación y las ganas de ir a la Universidad, no todos cuentan con el dinero suficiente para poder pagar sus matrículas y convertirse en profesionales. Dale Schroeder fue un un hombre muy trabajador que tuvo que vivir esto en carne viva.
Dale sólo tenía dos pantalones: los de ir a la iglesia y los de ir al trabajo.
Dale tuvo una vida muy sencilla. No tenía mucho dinero así que se resignó a no ir a la Universidad, pero trabajó incansablemente como carpintero en la misma empresa durante toda su vida.
Siempre dio lo mejor de sí para su trabajo. Nunca se casó ni tuvo hijos y a pesar de que con el tiempo mejoró notablemente su situación económica, supo mantener un estilo de vida muy sencillo y humilde.
Dale trabajo en la misma empresa de carpintería durante 67 años.
Durante todos esos años, mientras trabajaba en silencio, Dale tuvo una meta muy clara. Meses antes de fallecer se reunió con su abogado y le explicó lo que quería hacer con el dinero que había ahorrado durante tanto tiempo.
Dejó instrucciones explícitas para que su herencia fuese destinada a ayudar a jóvenes de bajos recursos para poder cubrir todos sus gastos universitarios y que pudieran formarse tranquilamente.
Dale dejó una herencia de más de tres millones de dólares.
Steve Nielsen, su abogado, siempre supo que Dale era un hombre muy especial y le aseguró que sus deseos se cumplirían. Sin embargo, cuando supo de cuánto dinero estaban hablando no cabía en sí de la sorpresa.
Se trataba de una suma muy grande de dinero que Dale prefirió ahorrar durante todos estos años para poder ayudar que otros jóvenes lograran el sueño que él no había conseguido.
Dale vivió toda su vida en Iowa, Estados Unidos.
Dale falleció en el 2005 y hoy, 14 años después, los fondos de su generosa Beca Schroeder se han acabado. El resultado ha sido maravilloso: 33 jóvenes de Iowa que no contaban con los recursos para ir a la Universidad se han convertido en profesionales.
Ahora para celebrar el gran impacto que Dale tuvo en sus vidas, todos se han reunido para honrar la memoria de un humilde carpintero que cambió la vida de todos sin siquiera conocerlos.
Varios de los becados de Dale se han convertido en terapeutas, médicos o profesores.
Kira Conrad es una de las afortunadas que pudo ir a la Universidad gracias a Dale. Con lágrimas en los ojos explica que siempre soñó con poder estudiar pero debido a la situación de su familia eso no era posible.
Cuando Steve la contactó para explicarle que contaba con un fondo de 80 mil dólares que cubriría todos sus gastos, simplemente no podía creerlo.
“Estas cosas no pasan. Alguien que nunca me conoció me dio una especie de ticket dorado para ir a la Universidad. Es increíble”.
El amoroso Dale sólo pidió algo a cambio. Que todos los que recibieran sus becas trataran de devolver lo que recibieron al seguir el ejemplo de Schroeder y ayudar a los más necesitados. No hay duda de que este silencioso y trabajador carpintero de Iowa siempre será recordado.
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