Una mujer australiana, sobreviviente de un terrible ataque que le propino una mujer celosa, ha publicado un libro en donde cuenta el horror que vivió.
Dana Vulin tiene 31 años, es de Perth y tras el ataque ha sido sometida a más de 200 cirugías desde que fue prendida fuego en febrero del 2012 por Natalie Dimitrovska, que estaba celosa de la joven desde que habló con su esposo en una fiesta.
Dana estaba en su casa la noche que Natalie la visitó, acompañada por un amigo, Daniel Stone. La mujer le demandó saber dónde estaba su esposo, pensando que Dana y él tenían un romance.
La celosa mujer tenía una botella de alcohol metílico, le quitó la tapa y le lanzó el líquido a Dana.
“Moviendo sus brazos en zig zag, me bañó con el líquido, tirándomelo en la cara, brazos, pecho, todo de la cintura para arriba” cuenta Dana en su libro “Vale la pena pelear”.
“El alcohol metílico se prendió fuego primero en mi mano y de repente todo mi cuerpo estaba en llamas. Se extendieron por todos lados, mis hombros, mi estómago desnudo, sólo mis pechos estaban protegidos.
Las llamas se extendieron a mi cabeza, mi cabello se quemó en segundos y cuando pude quitarme el químico de mi cara, mis manos estaban en llamas”.
Dana, a la izquierda, antes de sufrir el ataque junto a su hermana Svetlana.
Dana dice que su instinto la hizo tirarse al piso y girar, pero al hacer eso causó que las llamas se esparcieron más por su cuerpo.
Dana, en el hospital, recuperándose luego del coma.
«El dolor era insoportable, pero a través de mis gritos podía oír a Natalie y Daniel escapar por la puerta del costado», escribe Dana en su libro.
“Se reían de mí mientras me prendía fuego.
Cuando me levanté, las llamas se avivaron y apenas pude pensar en el dolor.
En pánico, me dirigí hacia el fregadero, tratando de apagar las llamas tirándome un cubo de agua encima”, cuenta en su relato del ataque.
La evolución de Dana, desde febrero del 2012 a agosto del 2017.
Dana sigue siendo la misma persona que antes del accidente, pero ahora es más fuerte.
Además, brinda charlas contando su historia de superación.
Su buen humor nunca la abandonó, y se llamaba a sí misma “Frankenstein moderna”.
Dana cuenta que gritaba pidiendo ayuda, desesperada porque alguien la oyera, mientras que, cruzando el cuarto, su amado perro, Killer, aullaba de terror.
“Sabía que tenía que conseguir ayuda. Que iba a morir si no la conseguía.
Mientras me acercaba a la puerta de entrada sentía como la piel se caía de mis dedos”, escribió.
“Logré abrir la puerta y cruzar el pasillo hacia el departamento más cercano, pateando la puerta mientras gritaba por ayuda.
Pasó un largo tiempo. Nadie contestaba.
Aunque las llamas se habían extinguido los químicos continuaban quemándome y era tan intenso.
Grité tan fuerte y por tanto tiempo que finalmente alguien vino en mi ayuda, no era ni siquiera mi vecino.
El joven que me asistió estaba entrenando en el gimnasio de un edificio de departamentos vecino, y escuchó mis gritos y salió corriendo.
Cuando me encontró las llamas se habían apagado. Muy poco quedaba sin quemarse. Estaba tirada en el piso. Abrí mis ojos y encontré a un hombre vestido con ropa deportiva a mi lado”.
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Dana fue documentando con fotos todos sus cambios.
Durante un año y medio estuvo internada realizándose cirugías y tratamientos.
La recuperación fue lenta, pero los resultados son maravillosos.
Dana asegura que le debe la vida a este hombre, Denis Ericson, que vivía en otro edificio y que corrió a socorrerla.
Se quedó con ella hasta que llegó la ambulancia para llevarla al hospital, donde pasó dos días en coma.
“Volví de la muerte despacio” recuerda Dana.
“Cuando dormí, soñé. Pedazos de memorias, fantasía, pesadilla.
Los sueños iban y venían, Svetlana (la hermana de Dana) estaba en algunos.
A veces era sólo una impresión, un sentimiento, quizás su voz o un fragmento de una canción que me llegó cuando estaba en coma”.
Un año y medio pasó en el hospital y tuvo que recibir tres injertos de piel en su pecho.
Dana junto a sus amigas y su hermana Svetlana.
Dana nunca dejó de luchar para recuperarse.
Ella quería volver a sentirse bella, y lo logró.
Después de 5 años de difíciles tratamientos, ha recuperado su salud.
La joven decidió contar el ataque y su proceso de superación en un libro.
“Ella me debía cantar mientras estaba en coma – canciones pop, de nuestra niñez- Canciones que cantábamos juntas y canciones tontas de nuestros shows favoritos de televisión o de películas de Disney.
Cantó la canción de Whitney Houston ‘Step by step’, que amábamos cantar juntas cuando estábamos creciendo, cuando me desperté.
Empecé a murmurar la canción con ella, antes de lanzar un lastimoso “Svet”, con un suspiro que se mezclaba con los tubos que atravesaban mi garganta y el humo y las llamas que me habían envuelto”.
Dana relata que su hermana saltó en la silla y le tomó la mano.
“Cállate, Svet, le susurré, no puedes cantar tan mal” cuenta Dana en el libro.
Svetlana rompió en llanto de la felicidad. A pesar de las quemaduras, seguía siendo la misma chica picante”.
La letra de la canción de Whitney Houston puede ser tomada como un mantra al cual Dana se aferró, luchando por su recuperación día a día.
Mientras su atacante, Natalie Dimitrovska, era encarcelada y condenada a 17 años de prisión, Dana comenzó su peregrinar por los quirófanos. Su vida cambió completamente.
Sus quemaduras fueron de tercer grado y afectaron a dos tercios de su cuerpo, y durante dos años y medio debió usar una máscara de compresión en su cara, para poder ayudar a curar sus horribles heridas.
Esta es la máscara que debió usar durante dos años.
Cuando se conoció su historia, estuvo en todos los noticieros del planeta, e incluso se removió la máscara en vivo en Sunday Night de Channel Seven.
“Nadie pensó que fuera físicamente posible” asegura Dana sobre su recuperación, la que está por llegar a su fin.
Ni siquiera los médicos pensaron que iba a recuperarse como lo hizo.
Sus amigos y familia temían que no pudiera superar el ataque.
Cinco años después, Dana se ve espléndida, como si nada hubiera sucedido.
Antes había dicho que se consideraba una “Frankenstein moderna” y que era “la publicidad viviente de lo que la medicina puede lograr”.
“Siento como si me hubiera ganado una medalla en los Juegos Olìmpicos”, aseguró a un medio local tras haber cumplido la mayor parte de su tratamiento.
“Me tomó mucho trabajo llegar hasta aquí, ha sido un viaje de 5 años y medio”, cuenta hoy la joven, luego de 200 cirugías.
“Es irónico que me despertara con esa canción de Whitney Houston, porque mi viaje ha sido poco a poco y paso a paso”.
El libro de Dana, en su título original, “Worth Fighting For” está a la venta desde el 28 de agosto.
La tapa de su libro.
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