La pandemia producto del COVID-19 ha llevado a las personas a cambiar radicalmente sus vidas. Como le ocurrió a la familia de una mujer embarazada en los Estados Unidos que por el bienestar de su bebé tomaron una drástica decisión jamás pensada en circunstancias normales.
Angela Primachenko es una joven de 27 años que trabaja como terapeuta respiratoria en el Centro Médico Legacy Salmon Creek. Vive con su esposo David y su hijita Emily, de 11 meses; en la frontera sur del estado de Washington, en Vancouver en las periferias de Portland, Oregon.
Fue precisamente en ese Estado donde, el 21 de enero, se registró el primer contagio y fallecimiento por el coronavirus en los Estados Unidos: sin dejar de mencionar el significativo número de muertes de adultos mayores en un hogar para ancianitos.
A pesar de la pandemia, Angela estaba muy ilusionada viviendo una hermosa etapa en su segundo embarazo. Pero, de repente comenzó a sentirse mal, y el 26 de marzo fue ingresada a la unidad de cuidados intensivos del hospital donde trabajaba.
Fue conectada a un respirador artificial, el mismo implemento con el que tantas veces ayudaba a las personas. Le fue aplicada la prueba, y a los dos días el resultado confirmó que se había contagiado de coronavirus, con treinta y cuatro semanas de gestación.
“Ella conocía el riesgo. Tomó todas las precauciones”, dijo extrañada Oksana Luiten, hermana gemela de Angela.
Los médicos y especialistas advirtieron a la familia del peligro que corría la madre y el niño que venía en camino, y le hicieron la recomendación de ser sometida a un coma inducido.
La idea era provocar el parto para proporcionar mayor espacio a sus afectados pulmones, y nutrientes a su organismo.
“Cuando estás tan enfermo, solo estás luchando por tu vida. Mi concentración no estaba en el miedo; solo en superarlo”, afirmó Angela.
David dio la autorización, y el primero de abril nació la niña a quien puso por nombre Ava, porque a su esposa le encantaba su significado: aliento de vida.
Cuando la madre despertó encontró que ya no tenía su abultada barriguita de embarazada, sino una hermosa niña de cinco días de nacida.
“Creo que, gracias a la comunidad, a las personas y a todos los que creyeron en mí. Dios hizo un milagro para que mi bebé y yo estuviéramos saludables en medio esto”, agradeció Angela.
De una forma milagrosa se fue recuperando, se le retiró la respiración artificial y salió de cuidados intensivos.
Los médicos aplaudían y gritaban de alegría cuando vieron su cama pasar por el pasillo. El momento fue grabado en un vídeo que se viralizó en las redes sociales.
La pequeña Ava aún está en la unidad de cuidados intensivos. No podrá ser llevada a casa hasta tanto Angela no de negativo en las pruebas por coronavirus.
Los mejores augurios para esta hermosa y valiente familia, que ha tenido que enfrentar momentos difíciles, pero por fortuna siempre juntos.
El amor y la unión es la fuerza que permite vencer las dificultades que se presentan en la vida. Comparte esta hermosa historia con todos tus amigos y conocidos.